Los 110 años de Clemente


Ayer se cumplieron 110 años de la fecha del nacimiento de Clemente Marroquí­n Rojas, el fundador de La Hora y eterno batallador por la libertad y la democracia en el paí­s y quien hubo de enfrentar adversidades tremendas como consecuencia de su determinación de vivir apegado a sus propios valores y principios. Formado en los albores del siglo XX, primero en las escuelas de Jalapa y luego en el Instituto Central para Varones en Guatemala, vivió en carne propia lo que significaba la dictadura y fue uno de los principales actores en el movimiento Unionista que derrocó a Estrada Cabrera y luego fue opositor a la candidatura de Jorge Ubico Castañeda, destacando así­ como uno de los más frontales crí­ticos de los regí­menes despóticos.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Su obra cumbre fue, sin duda alguna, este diario La Hora en el que dejó plasmadas tantas de sus ideas. Conservador polí­ticamente, al punto de que su pensamiento podrí­a considerarse como de derecha, no era tan ciego como para no entender la realidad de nuestro paí­s y siempre escribió exigiendo a los gobiernos que entendieran que el papel del Estado no era hacer más ricos a los ricos, como ha sucedido con excelencia sobre todo después de su muerte, sino que trabajando para hacer un número mayor de ricos, de gente satisfecha capaz de defender el sistema de cualquier embestida extremista que pudiera venir.

Combinaba, pues, la justicia con ese espí­ritu justiciero en pos de la verdad que no se detení­a frente a peligros o lisonjas. Y hoy, a 110 años del dí­a en que vio la luz en la aldea Los Achiotes, en las faldas del cerro Jumay, vemos que su legado persiste y que descendientes suyos en lí­nea recta mantienen las mismas convicciones y la determinación de enfrentar lo que haga falta para preservar los valores y combatir a quienes hacen de la maldad su medio de vida.

Alguien me dijo una vez que la herencia de mi abuelo era demasiado pesada y comprometedora y siempre lo he pensado, puesto que uno puede no compartir su visión ideológica de la realidad nacional, sobre todo por las diferencias en la formación recibida y en las vivencias de cada época, pero no puede apartarse de los compromisos fundamentales de su vida y de sus lecciones más profundas. Eso de no doblegarse ante el poderoso, por criminal que pueda ser y por muchos que sean sus esbirros, viene de las largas jornadas de conversación y del crisol formado por sus propias vivencias en las que hubo de correr enormes riesgos para siempre dar la cara, para actuar superando cualquier temor con tal de cumplir con el deber y de anteponer la vigorosa defensa de los valores y principios que inspiraban su vida a cualquier otra consideración, incluyendo la de correr serios peligros.

Ahora, cuando las condiciones nos han colocado en una posición en la que hemos de luchar por nuestros valores y enfrentar a grupos ya identificados por su organización criminal, siento que la presencia del espí­ritu de mi abuelo está ahí­ para darnos el aliento que hace falta y para iluminarnos en el compromiso por no ceder, por insistir en el reclamo de justicia porque solo ese valor es el que al final nos convierte en verdaderamente libres.