La globalización, vista desde los paí­ses desarrollados


Las elites económicas en el paí­s, sus analistas y ejecutivos, no parecen darle ningún crédito o no están enterados de la información y estudios recientes que se vienen publicando acerca del estado real de la globalización y la evidente decadencia del imperio estadounidense.

Ricardo Rosales Román

La mayorí­a de medios de comunicación, por su parte, no le dan cabida a esa información y estudios, y -si lo hacen- es en forma sesgada y a su conveniencia. Por lo visto, sus propietarios y redactores no parecen darle crédito o silencian lo que han venido publicando The Financial Times y The Daily Telegraph, a sabiendas de que en nada o es muy poco lo que los diferencia de las posiciones y orientación de ambos rotativos.

De las elites electoreras locales de corte conservador -sean de derecha o de centro-, no sorprende que procedan de la misma manera en tanto que siguen haciendo girar sus propuestas económicas atadas a la dominación imperialista estadounidense, sus prioritarias relaciones con la Unión Europea, y sus miopes y utilitaristas preferencias hacia Taiwán, ignorando lo situación real del llamado orden económico y financiero internacional.

El prestigioso analista Alfredo Jalife-Rahme, en la columna Bajo la lupa que publica en el matutino mexicano LaJornada, caracteriza a The Financial Times como «el portavoz del neoliberalismo global» y a The Daily Telegrapf, «del unilateralismo neoconservador» así­ como «del partido fundamentalista israelí­ Likud».

En dos de sus más recientes columnas se refiere, primero, a la impopularidad de la globalización que, según The Financial Times, muestra la mayorí­a de la población en Estados Unidos y Europa; y, en la segunda, abunda en datos y opinión acerca de la decadencia anglosajona y que -aunque pareciera inimaginable e impensable-, The Daily Telegrapf admita el surgimiento de un «nuevo orden económico mundial».

En la del pasado miércoles 25 de julio, Jalife-Rahme traduce y resume la «profunda preocupación» del referido rotativo «tras los hallazgos del Instituto Louis Harris» acerca del «repudio generalizado» que la población de Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia y España, expresó acerca de la globalización y que consta en la encuesta patrocinada por el mismo The Financial Times.

Por su parte, De Defensa -el «centro de pensamiento militar-estratégico europeo con sede en Bruselas»-, es de la opinión que «los pueblos del mundo desarrollado, matriz de la globalización, la repudian en su mayorí­a». En el mismo sentido se expresa Chris Giles para quien «la globalización es vista como una apabullante fuerza negativa por los ciudadanos de los paí­ses que desean que sus gobiernos amortigí¼en los golpes que, según perciben, han provenido de la liberalización de sus economí­as al comercio con los paí­ses emergentes».

El rotativo que encargó la encuesta, a su vez, «constata» que los «ciudadanos de los paí­ses ricos se sienten inseguros. Ven la globalización como dañina a sus intereses, y se preocupan por las crecientes desigualdades; se muestran nada impresionados por quienes dirigen las grandes compañí­as, y desean que los polí­ticos hagan el mundo más igualitario».

La tesis de la desglobalización que sustenta Jalife-Rahme, se ve consolidada con las «tres sorpresas» -que no son tales sino constatación de una realidad, en mi opinión, a todas luces evidente-, y que en forma sarcástica las plantea De Defensa cuando se refiere a los resultados de la referida encuesta multinacional.

La primera «sorpresa», según De Defensa, consiste en si el propio The Financial Times se «imaginó» -alguna vez- que la globalización fuera popular entre «los ciudadanos civilizados». La segunda es algo así­ como una «identificación del inconsciente de los pueblos contra los embates destructurantes a su identidad», teniendo en cuenta que «uno de los siete pecados capitales de la globalización se fincó en `la negación de las identidades nacionales». La tercera «sorpresa» -y que tampoco es tal- «radica en que los pueblos anglosajones no son los últimos en oponerse a la globalización. Sucede que -a juicio de De Defensa- los pueblos de fuerte identidad tampoco se identifican con las orientaciones tomadas por sus dirigentes».

Tal es la percepción que se tiene de la globalización en Estados Unidos y cinco paí­ses de Europa. Fácil es presupuestar, en consecuencia, los estragos que ha ocasionado en los paí­ses del sur y, en particular, en el nuestro.

Es en ese escenario global que tendrán lugar en Guatemala las votaciones del próximo 9 de septiembre y todo apunta a que -quede quien quede-, en lo económico, financiero y comercial, el paí­s seguirá atado y dependiendo de los intereses de las elites en el poder en las metrópolis de los paí­ses desarrollados, en el marco del decadente imperio estadounidense, y la emergencia de otro orden económico mundial, probablemente diferente al actual.

A ello, me referiré en la columna siguiente.