A propósito del proceso electoral, los actuales directivos de tres asociaciones vinculadas al desenvolvimiento de la administración pública municipal, es decir, asociaciones municipalistas, decidieron conformar una instancia, en el sentido de instar y pretender que los actores políticos cuyas decisiones afectan el ámbito nacional tomen en cuenta las consideraciones propias de los gobiernos locales.
La vigencia de la temática, no obstante su postergación de una data que implica ya más de veinte años, en cuanto a la concreción de la descentralización y la aprobación del código tributario municipal, para citar dos ejemplos emblemáticos, fue una de las motivaciones que impulsaron la conformación de este ente. La respuesta de algunas organizaciones políticas y sus principales directivos ha sido de un inicial respaldo al afloramiento del debate respecto de los temas propuestos.
Ver hacia el municipio y su ente administrativo, la municipalidad, en esta era de la mundialización de la economía y la generación de patrones que rayan en los arraigos propios del patrimonio cultural local, no es por casualidad. De hecho, la transformación de los Estado-Nación es un fenómeno que está destinado a consolidarse en las próximas décadas. Esta transformación, quizás implicará su eventual disolución como tales, dada la cada vez más creciente subordinación de éstos a los entes supranacionales que se están constituyendo en los rectores de las normas de observancia en dichos Estados-Nación.
Y ver hacia la gestión pública local es la respuesta natural que los seres humanos, que de igual manera conformamos la población de los Estados-Nación, nos posibilita consolidar nuestro arraigo gregario frente a una universalización que también implica tanto cambios de naturaleza mercantil, jurídica, como cultural y de conductas.
De hecho la definición del ente municipal y su integración es, como base de la propia universalización contemporánea, un conjunto de elementos que no perderán vigencia, sino que por el contrario tenderán a consolidarse.
Bajo las estimaciones de carácter general antes apuntadas, se encontró oportuno buscar un diálogo que permitiera encontrar los puntos de coincidencia para construir, desde la perspectiva local, las relaciones que habrán de regir el desarrollo del país y así romper el centralismo de la gestión pública que tanto daño ha provocado al país.
Este esfuerzo colectivo está en sus inicios. Se ha querido alcanzar acuerdos. Se han «arrancado» renovadas promesas de cambio y de acciones interactivas en pro de la construcción de las nuevas relaciones del ejercicio de la administración pública. Las expectativas son prometedoras. Hay optimismo entre los políticos y líderes locales, respecto de la respuesta de los políticos consultados en tanto líderes nacionales.
A la fecha se llevan varios encuentros bilaterales y un foro público. Hacen falta otras actividades. Pero se está encaminando hacia una nueva forma de relacionar los gobiernos locales con el gobierno central. Si de tales deliberaciones en efecto se concretan algunos temas alrededor de lo que acertadamente se ha denominado «Agenda Municipalista», indudablemente que se habrán colocado las bases para una serie de cambios que redundarán en beneficios directos a los habitantes de las respectivas jurisdicciones municipales y su calidad de vida.
La instancia municipalista, conformada por la Asociación Nacional de Municipalidades, la Asociación Guatemalteca de Alcaldes y Autoridades Indígenas y por la Asociación de Mujeres en el Gobierno Municipal, tienen ante sí un reto que a mi juicio no habrá de concluir con el actual proceso electoral. Hay una gran cantidad de temas pendientes por abordar. Si en los organismos Ejecutivo y Legislativo se instituyen estos mecanismos de diálogo con esta instancia como la otra parte de interlocución, estaremos frente a la posibilidad de concretar los acuerdos que eventualmente se establezcan.