Recién finalizaron los XV Juegos Deportivos Panamericanos, en Río de Janeiro. Los resultados obtenidos por los atletas guatemaltecos resultan magros en comparación con el inmenso aporte que recibe el sector, que el año anterior ascendió a Q233.5 millones. En el plano continental, se ratificó la hegemonía de Estados Unidos en unas justas que proyectan otro tipo de supremacía. El «panamericanismo» en el deporte es la derivación del ideal unilateral que arrancó con la Primera Conferencia Internacional Americana, efectuada en la ciudad de Washington, de octubre de 1889 a abril de 1890, auspiciada por Estados Unidos. Más que la unión continental, pretendía encontrar un mercado más amplio para los excedentes de la creciente industria norteamericana.
Era una convocatoria política de las fuerzas industriales y financieras del país del norte, en plena expansión. José Martí fue uno de los más críticos cronistas de la conferencia. Como corresponsal de La Nación de Buenos Aires en la ciudad de Nueva York denunció que el proyecto de «unión» de las dos Américas era la introducción de una «conquista disimulada» que apuntaba a afirmar el dominio del continente, de su explotación y de su comercio.
El prócer cubano advirtió: «Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menos poder, ligadas por el comercio libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una liga contra Europa, y cerrar tratos con el resto del mundo.»
Luis Cardoza y Aragón advirtió que el programa de unidad latinoamericana fue desvirtuada por la labor de zapa del panamericanismo: «En nombre de Bolívar se destruía el ideal de Bolívar. Bolívar, recuérdese, no fue panamericanista sino hispanoamericanista. En esta diferencia, enorme y trascendental, se asienta gran parte de nuestra dramática vida. El panamericanismo no ha existido nunca, ni podrá existir mientras perdure el imperialismo: es sólo uno de sus instrumentos más peligrosos contra nuestros pueblos.»
Pero, sin ir tan lejos, el periodismo en Guatemala tiene el compromiso de promover el rescate del deporte de sus actuales excesos. Esto significaría recuperar su carácter festivo, su gratuidad y el espíritu del juego, en lugar de aplaudir a profesionales que compiten estimulados por intereses comerciales. También, hay que reorientar la asignación presupuestaria al deporte. Debe desterrarse a los patrocinadores corporativos para que el juego vuelva a manos de los atletas y de los espectadores. Ahora que se pregona la necesidad de reformar la Constitución, hay que refundar la Confederación Deportiva Autónoma, para que sea dirigida por representantes de los atletas aficionados, organizaciones deportivas populares, y dirigentes elegidos democráticamente desde movimientos sociales.