Desde que en nuestro país irredento asomó sus fauces funestas la deshumanización en extremo, suceden hechos que generan a diario sentimientos de conmiseración. Los protagonistas, sin Dios y sin ley, marcan páginas de dolor y lágrimas en la historia colmada de maldades y auténtico pánico.
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Los avances perceptibles en los medios de comunicación social, dan a conocer que vamos directo al colapso moral y material fácilmente. No digamos la psicología del rumor, que también pone su cuota alarmante en principio, pero después se corroboran los hechos en toda su magnitud y pesadumbre.
Son tantos los sucesos equivalentes a la nota roja registrados, sobre todo en la capital, que llegamos al punto de ya no sorprendernos de cómo esas mentes perturbadas obran con salvajismo, a título de victimarios en contra de la población indefensa que sale de su casa sin saber si va a volver.
Diversos estamentos de la colectividad resultan afectados, sin excepción alguna como lo demuestran las noticias divulgadas de tal índole, verdadero pan cotidiano. Hombres, mujeres, niños y niñas también han sido asesinados en las formas más crueles dentro de esa ola de violencia y criminalidad.
Círculos fatales abren y cierran filas macabras segando vidas de connacionales con acciones que parten el alma y originan el rechazo generalizado. Sin embargo, muchos casos quedan convertidos en sucesos, ajenos a la debida investigación y cumplida aplicación de la ley en esta tierra donde todo puede ocurrir, porque se considera apropiado para cometer cuanto se le ocurra a mentes diabólicas.
En ese mismo orden de ideas, lleva tiempo el robo de niños, a propósito el hecho de cometer el robo rebasa el ominoso mundo delincuencial contra el sector más vulnerable. Atentar en contra de la infancia viene a representar un delito de lesa humanidad, castigado en cualquier lugar del mundo.
Los robachicos son señalados con el índice acusador de la población, en vista que constituye casos oprobiosos. Quitarlos de brazos de su progenitora, cuando no negociar su venta, no tiene perdón, empero Guatemala se indica que ocupa lugar con ventaja donde a la gente menuda se confunde con una mercancía. Es una barbarie ese proceder sin comparación alguna.
Es del conocimiento público que incluso en el interior, a tiempo de ocurrir tamaño irrespeto al futuro del país, la emprenden turbas enardecidas y dan lugar a sucesos críticos, por cuanto hay linchamientos y similares procederes. Insistimos en puntualizar que hoy en día suceden más a menudo los robos de niños y niñas, a punto de causar alarma fundada y psicosis.