En medio de la actual campaña electoral, los afanes proselitistas y las acciones persuasivas para alcanzar el favor de la ciudadanía, desde este miércoles 18 en la «Ciudad de las perpetuas rosas», Antigua Guatemala, en Sacatepéquez, se viene desenvolviendo el IV Encuentro Regional entre diputados, de todas las corrientes ideológicas y de las Asociaciones de Municipios y Municipalidades de Centroamérica y República Dominicana.
El evento, en esta ocasión, está auspiciado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional, AECI, y coordinado por la Fundación para el Desarrollo Local y el Fortalecimiento Municipal e Institucional de Centroamérica y El Caribe.
Aunque el eje temático de las deliberaciones entre políticos y municipalistas (políticos también sólo que a otro nivel), ha sido alrededor del fortalecimiento municipal y la consolidación del proceso de descentralización que con sus altibajos se viene desenvolviendo en los países de la región, también se comentó respecto del compromiso ético de los políticos frente a los habitantes de sus respectivas jurisdicciones nacionales.
Y es que en efecto, ésta como las otras actividades humanas, se desenvuelve entre los parámetros del deber ser y lo que en realidad se es. Las diferencias entre lo que debe ser y lo que se es, respecto de lo político, es que cuando ésta se hace más grande, es decir, la distancia se hace más pronunciada entre una y otra, afecta en deterioro de mucha gente. El impacto de ello es en consecuencia negativo para la población. De tal suerte que afirmar el compromiso de los políticos sobre bases éticas es un imperativo que por ahora se está discutiendo entre los ámbitos partidarios, legislativos y locales, en el evento antes mencionado.
La proximidad de los gobiernos locales hacia los habitantes de sus jurisdicciones municipales es uno de los elementos que obliga a que el desenvolvimiento político en estos espacios, sea con más respeto de los gobernantes respecto de los gobernados. Este, a mi juicio, debiera ser el punto de partida para desarrollar un conjunto de acciones que tiendan a reafirmar el compromiso y la responsabilidad política sobre bases éticas. La deontología política en el ámbito local es de carácter vivencial y por ello, en este espacio la actividad política podrá llegar a ser menos lírica o, inclusive, a desaparecer la demagogia reinante en el ámbito nacional. Pero dependerá de la ciudadanía.
No se trata únicamente de establecer acuerdos que con pompa se suscriben pero que en la práctica se incumplen. Se debe sí, promover y consolidar instancias de diálogo en el que se le den seguimiento a los puntos de acuerdo. Se debe fomentar la práctica de la búsqueda del consenso. Nuestro país no puede continuar en el desarrollo de la generación de abismos que nos distancian cada vez más.
El desenvolvimiento de la actividad política nos afecta a todos. Nos guste o no, la política nos rodea y es determinante frente a las oportunidades que se producen o que se bloquean y que nos permiten alcanzar o no diversos objetivos personales, profesionales o familiares. Por eso y más, es importante que aquellas personas que se involucran en la actividad política, no sean solo hábiles vendedores de promesas sin fundamento. De ello y más ya tenemos suficiente.
Quienes nos desenvolvemos entre la investigación académica, el contacto directo y la toma de decisiones en el ámbito local y el fortalecimiento municipal no podemos estar menos que entusiasmados por las expectativas que podrán concretarse a partir de una incidencia regional sobre el devenir de la práctica política nacional y su incidencia en lo local. Quizás es un sueño, quizás es una utopía personal más. ¿Pero qué es el ser humano si no tiene sueños grandes?