Más allá de mis narices


«Y más de uno dirá que ya era hora y mi sombra empezará a mirarme con respeto.» Benedetti

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Hasta hace algunos meses era placentero escribir; además, era un acto, para mí­, propositivo. Recuerdo que mi primer reportaje periodí­stico fue referente a un fenómeno astronómico sin importancia, pero interesante. Poco a poco, me fui emocionando con el hecho de escribir, y de vez en cuando yo mismo me sorprendí­a por los artí­culos que fueron saliendo.

Varias veces, por vanidad, he intentado rastrear por Internet mis artí­culos; he visto, por ejemplo, uno sobre Otto René Castillo en España; otro de Otto-Raúl González reproducido en México; uno sobre Baudrillard en Colombia. Mis reseñas sobre libros cuelgan de las páginas de las editoriales.

Artí­culos acerca de polí­tica, economí­a o salud, reproducidos en páginas especializadas de Internet. Me he visto citado, ya, en tesis universitarias. También, he visto mis artí­culos reproducidos sólo en su texto, sin atribuirles el autor. No importa; mi intención no es buscar fama. Otras veces, he escrito anónimamente, debido a lo peligroso de algunos temas, o simplemente por aburrición.

Me han enviado algunas felicitaciones, pero han sido más las crí­ticas negativas.

Antes, los temas fluí­an con mayor soltura; hasta hace algunos meses, era placentero escribir. Me he dado cuenta, empero, que mis artí­culos han sido inútiles. Que todo esfuerzo, que toda crí­tica contra lo malo, sólo ha provocado caspa en las personas, pero no un cambio. HOY, ME DOY POR VENCIDO.

«Menos mal que me conozco», dirí­a Benedetti, y a pesar de mi cansancio, sé que algún dí­a dará fruto mi esfuerzo y el de otras personas.

Sé que algún dí­a, como Pinochet, morirán todos los dictadores, y «volverán los libros, las canciones, que quemaron las manos asesinas», como dice Milanés.

Sé que algún dí­a se abrirán los archivos militares, y se declararán los genocidios en Guatemala, así­ como sucedió con la masacre de Tlatelolco.

Sé que otro Papa cerrará de nuevo al Infierno, y declarará que las misas sólo deban decirse en el idioma materno del pueblo.

Sé que habrá más reencuentros de familiares desaparecidos en la guerra, y que la honra de los muertos inocentes serán estribillos en la boca del pueblo.

Pues, yo creo en la resurrección, o en la reencarnación, o en la reivindicación o en el retorno del Ave Fénix, como quieran llamarle las religiones. En cualquiera de los casos, creo en que lo muerto, algún dí­a renacerá, y la dignidad humana levantará la cabeza, se recordará que otras veces ya ha salido adelante, pese a la adversidad. Como dice la canción, se hará un nudo en el pañuelo, y se le olvidará que no serí­a la única vez, y seguirá cantando. Y sé que mañana pensaré que es importante escribir. (http://diarioparanoico.blogspot.com/)