Como es natural, Thomas Shannon llegó a Guatemala para impulsar los intereses de Estados Unidos en áreas concretas como combate al narcotráfico, control de la inmigración ilegal hacia los Estados Unidos y ayuda en la guerra contra el terrorismo. Es de hacer notar que el desinterés de Estados Unidos hacia esta región del mundo, que ellos llaman su traspatio, se traduce en un mayor distanciamiento y que ahora, ante el avance de los planteamientos de algunos gobiernos sudamericanos, vuelven sus ojos nuevamente a esta parte del mundo.
ocmarroq@lahora.com.gt
Pero así como el señor Shannon tiene todo el derecho y hasta la obligación de promover los intereses de su país, nosotros los latinoamericanos tenemos igual derecho y la misma obligación de hablar claro sobre algunos temas que deben tomar en cuenta en la relación con estos países. Personalmente creo que en el tema de la inmigración, Estados Unidos tiene todo el derecho de exigirnos más control porque es culpa de la indiferencia de nuestras sociedades que estemos enviando, de manera permanente, a ciudadanos que no encuentran oportunidades aquí, a buscarlas en lo que muchos siguen viendo como el sueño americano.
Creo que cualquier país del mundo tiene que ayudar seriamente a combatir el terrorismo porque ese flagelo atenta contra toda la humanidad y aunque tengamos razones para criticar la forma en que Washington ha definido los términos de esa guerra, el objetivo final es incuestionable.
En cambio, en el tema del narcotráfico tenemos que cambiar la perspectiva que trae el señor Shannon, puesto que si bien en estos países se debe y puede hacer un mejor esfuerzo por controlar el creciente negocio de los estupefacientes, todo esfuerzo seguirá siendo inútil en la medida en que en Estados Unidos no haga nada serio y concreto para controlar el consumo. Por cierto, cuando se habla de los capos de la droga nunca se menciona a los norteamericanos, a quienes adentro de Estados Unidos controlan las redes de distribución de los narcóticos ingresados ilegalmente. Nunca capturan a ninguno de esos magnates que, por ser de los últimos en la cadena del negocio, han de ser quienes obtienen las ganancias más grandes, tantas como para sobornar a todo el sistema para que si van a atacar, que lo hagan en América Latina, donde los capos pueden caer pero también pueden ser sustituidos con relativa facilidad.
El Departamento de Estado rinde informes periódicos sobre el comportamiento de los países latinoamericanos en el combate al narcotráfico, tasándolo con base en los decomisos y capturas. Si las cancillerías de estos países pudieran llevar igual control, habría que reprobar una y otra vez a los Estados Unidos porque la verdad es que allá nunca hay decomisos importantes y, menos aún, capturas de envergadura. Si acaso, atrapan a un vendedorcillo de droga en un barrio o cuadra determinada, pero nunca a los que proveen a las redes de abastecimiento para el más grande mercado de drogas que hay en el mundo.
Por ello es que pienso que la visita del señor Shannon tiene que ser aprovechada para recordarle que ellos tienen una asignatura pendiente, que tienen una tarea no sólo inconclusa, sino que a lo mejor nunca iniciada, porque los capos de la droga en Estados Unidos parecen estar fuera de cualquier peligro y nunca son siquiera mencionados. De vez en cuando es Hollywood el que se encarga de recordar que allá también se amasan fortunas en ese comercio ilegal e inmoral, pero si fuera por la DEA y por las autoridades locales, uno tendría que pensar que la droga está podrida en tránsito, pero una vez adentro de los Estados Unidos como que se traduce en producto distribuido por las hermanas de la caridad.