¿Quién le pone el cascabel al gato?


Me encuentro entre aquel cúmulo de guatemaltecos que hemos ido envejeciendo apreciando siempre una polí­tica partidista falsa, marrullera, interesada y mentirosa. De ahí­ parte la frialdad, el desinterés y la apatí­a con que cada chapí­n manifiesta sin ambages que le llegó la hora de no saber por quién votar a dos meses de que se lleven a cabo los comicios generales del 2007. ¿Por el menos malo?, ¿en dónde están los planes de trabajo que incluyan cómo llevarlos a cabo?, ¿quién dirá lo que se debe cambiar que cae por su propio peso?

Francisco Cáceres Barrios

La situación del Parlacen por ejemplo. Es tan ridí­cula la posición de ineficacia de este costoso organismo, que aseguro que mucha gente se inclinarí­a electoralmente por quien logre que nuestro paí­s deje de pertenecer al refugio más grande de impopulares e impunes polí­ticos que ha tenido el paí­s. ¿A ver, quién le pone el cascabel al gato? ¿Quién se anima a dejar de lado su vestidura de politiquero para asumir la posición de hombre honesto, desinteresado, que busca que cada centavo que aporten los contribuyentes sirva para el sostenimiento del Estado en busca de lograr el bien común?

Veamos, estimado lector, ¿cuál es su candidato alcalde que le haya dicho hasta el momento cómo va a resolver a fondo el problema del transporte urbano; le haya dado sus planes concretos para solucionar la cada vez más urgente necesidad de agua potable; cómo va a eliminar la suciedad imperante en más del ochenta por ciento de las áreas urbanas capitalinas y cómo es que va a evitar que en cada rincón de nuestra populosa capital no sea un basurero?

No, por favor, es hora de hacer oí­dos sordos a las cantaletas como esa de que hay que entrarle a lo que haga falta, de ofrecer el oro y el moro, de empuñar la mano, empinar el dedo o de hablar hasta por los codos. No, lo que nos faltan son planes, programas, viables soluciones y no más falsas expectativas. Hay que ponerle el cascabel al gato. Hay que hablar de la pobreza diciendo cómo es que se van a propiciar fuentes de más empleos. Cómo van a impedir que la corrupción siga galopante en la administración pública fuera con policí­as mordiendo a los choferes de camiones en las carreteras, hasta seguir comprando por compadrazgo, amiguismo o con dinero por debajo de la mesa.

Yo quisiera ver a un candidato que les ofrezca seguridad a los pilotos que cumplan con la ley, pero aplicársela contundentemente cuando traten mal a los usuarios, cuando por su culpa cometa accidentes o atropelle a la gente en vez de hacerlo con las maras. Yo también deseo que se acabe esa pantomima de la «rosa de la paz» a cambio que la disfruten los vivos y no solo los muertos en sus sepulcros.