Don Quijote para presidente


«–¿Por qué ladran los perros? -preguntó el escudero. -No lo sé, Sancho amigo, yo tampoco he leí­do el Quijote».

Versión apócrifa de Don Quijote, según los candidatos presidenciales.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Qué regocijo y qué alegrí­a obtuvo mi alma al ver, ¡por fin!, una buena campaña proselitista. Un candidato presidencial ha iniciado su anuncio con una cita del memorable libro Don Quijote de la Mancha, una frase tan célebre como lo es ya la escena del mismo libro de la lucha con los molinos de viento. La cita utilizada es: «Dejad que los perros ladren… es señal que avanzamos».

Esa maravillosa cita me hizo tener fe en el proceso electoral, pues pensé que seguramente todaví­a hay algún espí­ritu quijotesco en los polí­ticos guatemaltecos, que, sin búsqueda de fama ni gloria, desean «enderezar tuertos y desfacer agravios», como dirí­a el Caballero de la Triste Figura.

En mala hora se me ocurrió consultar El Quijote y darme cuenta que esa cita no aparece. Me emocioné tanto que, sin quererlo, no recordaba yo haber leí­do tal frase en la extensa novela. Busqué y busqué…, no me considero experto en ese libro, pero más o menos podré dar una referencia.

Como no lo encontraba, utilicé las versiones electrónicas de Don Quijote, y ayudado del buscador, busqué dicha frase… y nada.

Aprovechando la computadora que tení­a en ese momento, busqué la frase, y tampoco pude ver en qué parte de la novela de Cervantes estaba la frase. Eso sí­, vi a un montón de gente que la utilizaba; casi siempre, como para excusarse de los señalamientos negativos de los cuales estaban siendo «ví­ctimas».

Pregunté a mis profesores de literatura, y aunque dudaron un poco, concluyeron en que Don Quijote, al menos la versión de Cervantes, no habí­a dicho eso. Entonces, pensé en buscar en la versión de Avellaneda, y tampoco está ahí­.

Me hizo recordar el reportaje de Prensa Libre del domingo pasado, donde se evidenció que algunos candidatos presidenciales no tení­an los conocimientos mí­nimos de la materia que se les preguntaba. Me pareció más sincero que algunos hubieran dicho «no sé», a que traten de engañar al interlocutor con datos inventados.

Ese fenómeno, aquí­ y en La Mancha de don Quijote, se llama demagogia, que es brindar un discurso con fundamentos falsos. En literatura, ese mecanismo se llama parodización y es riquí­simo; Borges y Tito Monterroso, por ejemplo, los utilizaban mucho, lo cual hace que los lectores ingenuos se crean las falsedades, y los lectores despiertos ser regocijen. Pero en polí­tica, la falsedad es una inmoralidad.

Hablando de don Quijote, como recordarán los candidatos presidenciales que lo han leí­do, Sancho Panza cumplió su sueño de ser gobernador de una í­nsula (arcaí­smo que el protagonista utilizaba para referirse a una isla; su escudero, por ingenuo, nunca supo qué era).

Sancho Panza habí­a dejado a su familia, por la promesa de que gobernarí­a la í­nsula, y pensó, en el momento en que lo logró, que sus seres queridos dejarí­an atrás todas las penas. De hecho, el largo viaje con el caballero andante, sólo le daba para comer cebollas.

Sin embargo, Sancho Panza no fue mezquino, y no se aprovechó de la situación. De hecho, dio una gran muestra de gobierno, con una justicia insólita. Cuando Sancho se dio cuenta de la terrible broma de la que estaba siendo objeto (porque eso es lo que quiso decir Cervantes, que los gobernantes son una broma de la clase alta, que los pone ahí­ para divertirse ellos mismos), renunció con dignidad al cargo, y se fue sin llevarse nada; ni siquiera se dio el gran banquete que el habí­a soñado darse cuando fuere gobernador.

Como recordarán los candidatos lectores, don Quijote le habí­a dado un gran consejo a Sancho que recordó en un momento crí­tico: «cuando la justicia estuviese en duda, me decantase y acogiese a la misericordia».

Y es precisamente eso lo que algunos gobernantes, algunos alcaldes, algunos ministros, algunos diputados, algunos funcionarios, que lo más importante es la gente que está ahí­ detrás de las cifras, detrás de la estabilidad macroeconómica, detrás de la reforma educativa, detrás del precio del petróleo, detrás de las supuestas armas de destrucción masiva en Irak, detrás de los atentados, detrás de prohibir el fútbol en las alturas, detrás de declarar absurdamente las siete maravillas modernas del mundo, etc.

Misericordia cuando la justicia estuviese en duda, debe ser una premisa. Cuántas veces la justicia no logra funcionar por miles de obstáculos legales. Misericordia, para los que no sepan, es una palabra compuesta por miser (de miseria) y cordia (de corazón), que significa, entonces, significa en conjunto reconocer la tristeza que la otra persona siente en el corazón, lo cual está muy lejos de las campañas de gobierno que han presentado los candidatos o los eslógans que prometen una ultraseguridad en contra de la violencia.

A todos, pero sobre todo a los candidatos charlatanes, les recomiendo leer Don Quijote de la Mancha, especialmente la segunda parte, a partir del capí­tulo 40. (http://diarioparanoico.blogspot.com/)