La devoción de los dirigentes deportivos


Guatemala ha sido la sede del encuentro de los principales dirigentes deportivos del mundo entero y eso nos hace pensar cuán magnánimos son casi todos los asistentes porque son personas que desempeñan sus cargos en forma ad honórem, sin recibir ningún sueldo y, como hemos visto en Guatemala, a pesar de que se trata de un aporte que tienen que hacer de su tiempo para impulsar el deporte, sacrificando sus actividades productivas, todos hacen micos y pericos para reelegirse, para mantenerse en el cargo y aferrarse al mismo casi en forma vitalicia.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Cuesta al común de los mortales entender cómo es posible tanto desinterés y dedicación para cuestiones que no rinden nada en el plano personal sino que simplemente se hacen por amor al deporte, a la juventud y en última instancia a la humanidad misma. Cuando uno ve que de pronto viene como dirigente deportivo un prí­ncipe europeo o un jeque árabe de alguno de los paí­ses productores de petróleo piensa que ellos sí­ que pueden dedicar el tiempo necesario a esa labor en cierto sentido filantrópica porque es gente que tiene su vida asegurada desde antes de llegar a la cuna. Pero en cambio, es de apreciar el enorme sacrificio que tienen que hacer los dirigentes deportivos de otras regiones del mundo y que son personas comunes y corrientes, de las que deben trabajar para vivir, y que sin embargo, haciendo las del evangelio, como que van, venden lo que tienen y siguen la llama del fuego olí­mpico.

Ahora que están a punto de despedirse de la Tierra del Quetzal, es justo que se les haga un reconocimiento a quienes dedican de gratis tanto empeño y dedicación a favor del deporte porque su desinterés es ejemplar y digno de imitación. Ni siquiera los curas son tan entregados, porque éstos, al fin y al cabo, en cada misa pasan el canasto para recibir la ayuda de sus fieles, mientras que los esforzados y sacrificados dirigentes deportivos no perciben ningún emolumento y todo lo hacen por amor y entrega. Cómo no vamos, el resto de mortales, a sentir profunda admiración por esos miles de personas que ahora vinieron a Guatemala como parte de sus desvelos y sacrificios.

Y de ajuste se exponen a la maledicencia de aquellos mal pensados que no creen que todo su esfuerzo sea tan desinteresado. Ha habido ocasión en que se ha dicho que venden su voto cuando deciden sedes para los eventos olí­mpicos y que entre ellos hay uno que otro sinvergí¼enza. Cierto es que de todo tiene que haber en la viña del Señor, pero cuando uno piensa en cómo es posible tal cantidad de esforzados dirigentes, trabajando todos ellos sin percibir ningún sueldo, sueña con que así­ debieran ser nuestros polí­ticos que siempre andan viendo que hueso bien remunerado agarran, en vez de seguir el ejemplo de quienes pueden llegar a pelearse como perros y gatos por una reelección en el cargo de dirigentes deportivos, pero lo hacen sin ningún interés más que el de seguir trabajando gratuitamente.

Yo siempre pienso que debemos ser más agradecidos con los guatemaltecos que no están dispuestos a dejar el cargo de dirigentes deportivos ni a trancazos porque ello demuestra cuán profunda es su vocación, dedicación y entrega. Y ahora que somos sede de todo el movimiento olí­mpico mundial, por qué no hacer extensivo el reconocimiento a tanta gente que debe poner pisto de su propia bolsa para proyectar el olimpismo a millones de jóvenes a lo largo y ancho del mundo. Como hubieran dicho los antiguos: «Loor a tan insignes patricios».