La Editorial Universitaria reavivó la polémica por el tono racista de la tesis que Miguel íngel Asturias defendió en la Facultad de Derecho, en 1923. En El problema social del indio, el joven abogado planteó que la solución al «problema indígena» era una «emigración europea masiva para mezclarse con los indios». Es una formulación que no debe ni podría ser juzgada a partir de nuestra orientación teórica actual. De lo contrario, no se seguiría uno de los principios básicos de las ciencias de la historia, según el cual las apreciaciones y los hechos han de ser presentados y, en lo posible, interpretados desde el punto de vista de los protagonistas de entonces y no desde el nuestro.
La tesis fue escrita cuando el sistema educativo era inquisitorial y certificacionista. Uno de los testigos de aquel ambiente, César Brañas, advirtió: «Los estudios filosóficos quedaron reducidos a un mísero remedo, de extracción positivista, en que se estancarían varias generaciones. Los de historia no traspasaron la elocuencia romántica para lo internacional, mientras la propia historia se condensaba y tergiversaba cuidadosamente. Y así todo lo demás».
Este período de formación y propósitos muy definidos ha sido ignorado por los especialistas, más preocupados por fomentar la imagen canónica de Asturias que por reconstruir los senderos vitales y creativos de un escritor moldeado por los límites y también por las esperanzas de una Guatemala siempre irredenta. No podemos llegar a Asturias sin su tierra. No se trata de ser patriotero o patético sino rastrear la certeza de su primera juventud y enarbolar la exactitud de su matinal sueño guatemalteco.
El propio Asturias apoyó la publicación de algunos trabajos «olvidados y desaparecidos», para marcar la distancia que lo apartaba de sus inicios literarios o reconocer el vínculo temático mantenido con sus ejercicios creativos de juventud. Claude Couffon principió por reeditar El problema social del indio en el Instituto de Estudios Hispánicos en París. Después dio a la estampa las narraciones del volumen Novelas y cuentos de juventud. Los dos libros tienen pie de imprenta de 1971. Los detractores de Miguel íngel soslayan su advertencia: «En todo caso, al publicarse de nuevo mi tesis, quiero subrayar la vigencia de mi protesta de entonces frente a la injusticia con que se trata al indio, actualmente, su total abandono, y la explotación a que es sometido por las clases llamadas pudientes y el capital extranjero».
A la distancia, la posición racista de Miguel íngel Asturias resulta abominable. Primero, habría que juzgarla desde la historia de las mentalidades. La «culpa» de este autor se atenúa ya que, poco tiempo después, encontró las claves para la comprensión de la cultura indígena al trabajar la versión francesa del Popol Vuh de Georges Raynaud. Por otra parte, en la mano que apunta hacia Asturias hay tres dedos que señalan a sí mismo, pues la sociedad guatemalteca ha sido y es profundamente discriminatoria. Todo el conjunto social requiere un proceso de reconversión sustentado en la tolerancia cultural, en la cual se han dado ejemplos notables de rectificación, como la del propio Miguel íngel Asturias.