Ayer los diez precandidatos republicanos a la presidencia de los Estados Unidos participaron en un debate en la ciudad de Manchester, estado de New Hampshire que históricamente fue escenario del arranque de la contienda electoral norteamericana, situación que varía un poco por las nuevas decisiones respecto a la fecha de las primarias. Los temas abordados fueron diversos y pese a la cantidad de candidatos y las limitaciones del tiempo, el formato utilizado bajo la conducción de Wolf Blitzer de CNN y otros periodistas locales, permitió profundidad respecto a cuestiones tan dispares como la ley de inmigración, el papel de la Casa Blanca en la guerra de Irak y hasta el tema de la política y la región.
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En primer lugar hay que decir que si bien el debate fue organizado por electores de New Hampshire, la forma en que se planteó el modelo se orientó a un debate con dimensión nacional y fue difundido en directo por la principal cadena noticiosa de los Estados Unidos. Precisamente lo que he dicho respecto a los foros y debates, en el sentido de que los candidatos tienen que apostar a participar en aquellos que tengan especial difusión o cautiven a un público diverso, se confirma con este tipo de escrutinios que los periodistas y la opinión pública pueden hacer sobre sus figuras políticas, pero sobre bases que tiendan a permitir una exposición amplia sobre los temas que interesan a la gente y no simplemente a pequeños grupos que tienen su propia y particular agenda.
Evidentemente los mismos republicanos están tratando de marcar distancias con el inquilino de la Casa Blanca y cuestionan la política con relación a Irak y la forma en que se libra la guerra contra el terrorismo. Nadie defiende a Hussein, pero todos coinciden en que Bush no tenía un plan claro para impulsar políticas racionales luego del derrocamiento del tirano iraquí y por lo tanto lo culpan del desastre. Hay diferencias en cuanto a lo que cada uno plantea para el futuro, puesto que algunos piensan en promover una federación que permita la coexistencia de kurdos, chiítas y suníes, mientras que otros piensan que hay que darle tiempo a la tropa norteamericana para que aplaque la rebelión interna. Pero en resumidas cuentas, todos coinciden en que el país se metió en un berenjenal de todos los diablos del que no es fácil salir.
Bush fue criticado por sus compañeros de partido hasta por su propuesta en el tema migratorio, porque la mayoría de los candidatos están en contra de la misma y tienen una visión menos abierta respecto al tema. Si fuera cierto, como piensan ciertos diplomáticos, que criticar al Presidente de los Estados Unidos es criticar a ese país, uno tendría que suponer que los mismos aspirantes a la presidencia del Partido Demócrata son demasiado críticos de la Unión Americana, dado el calibre de las críticas formuladas contra el mandatario. Y es que vale la pena mencionar que algunos de los miembros de la misión diplomática de Estados Unidos en Guatemala creen que cuando se cuestiona, por ejemplo, la errática política del gobierno actual en materia de derechos humanos se está atacando a Estados Unidos.
Pero volviendo al debate, sería bueno que quienes piensan organizar debates para nuestros numerosos candidatos a la presidencia vieran estos formatos y los tomaran en cuenta para propiciar encuentros que sirvan de algo para que el elector se pueda formar un mejor criterio sobre el pensamiento, la personalidad y el carácter de los aspirantes a dirigir los destinos del país.