Desde principios de 2005 ha sido incesante el aumento del precio de los carburantes. Si bien son astronómicos, los precios todavía no se encuentran en el nivel alcanzado en 1979, después del triunfo de la revolución islámica en Irán. En moneda actual, el barril de petróleo se pagó entonces a 80 dólares. Actualmente, para el Fondo Monetario Internacional, la hipótesis de un barril a 100 dólares ha dejado de ser descabellada.
El «choque» en los precios del crudo no es pasajero como los anteriores, sino que bien podría durar 20 años. Es un fenómeno como la Revolución Industrial de Inglaterra en el siglo XIX o el despegue de Japón después de la Segunda Guerra Mundial, de dimensiones que no suelen verse más de una vez cada medio siglo. La demanda creada por el crecimiento espectacular de la economía china es la principal fuerza del alza en los precios de los combustibles. A esto se suma la dinámica de India que junto con China acaparan un tercio de la población mundial. Ambas tienen gran incidencia en la economía capitalista global.
También es distinta el alza actual en los precios de los hidrocarburos, porque va acompañada de un auge de la demanda de las materias primas en general. Los metales cuestan más del doble que hace cuatro años; los largamente deprimidos precios del café y el azúcar han aumentado. Por primera vez en la historia, los precios de casi todas las materias primas subieron de manera simultánea.
Los choques petroleros anteriores se resolvieron rápidamente por la entrada en producción de nuevas provincias petroleras, produciendo el clásico ciclo de auge y crisis. En aguas territoriales de Brasil y Estados Unidos, en Azerbaiyán y Angola se han hecho grandes descubrimientos que apenas compensarán las pérdidas en campos maduros que entraron en declive, entre ellos el mexicano Cantarell, cuyos más de 2 millones de barriles al día representan 60% de la producción de ese país y son superados en el mundo sólo por un campo, Ghawar, en Arabia Saudita.
Arabia Saudita ha abierto cada vez más las válvulas, pero se calcula que le quedan poco más de un millón de barriles al día de la única reserva ociosa con que cuenta la OPEP. La gran mayoría de los descubrimientos en el mundo han sido en aguas profundas, donde los costos de producción multiplican los de los campos en declive.
El planeta consume, desde hace más de un decenio, mucho más petróleo que el que se descubre cada año. En los grandes países consumidores no se estimulan las energías renovables de sustitución. En Guatemala, con excepción de los gobiernos nacionalistas de la década 1944-1954 que protegieron la propiedad nacional de los recursos naturales, ahora buscan favorecer a los consorcios privados para que exploten la energía generada por hidroeléctricas.
Falta impulsar la producción y consumo de biocombustibles ecológicos, como el etanol, ya que son renovables 100%. Si el etanol representa el 25% del consumo de energía en Brasil, ¿qué esperamos para seguir su ejemplo?