Fuertes calificativos merece el hecho que a los maestros por contrato les tengan adeudos de varios meses, como si pudieran vivir del aire. Justo y necesario es que sean solventados cuanto antes quienes laboran en esas condiciones, marginados de la mayoría de prestaciones que otorga la ley.
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Qué conciencia van a tener los tecnócratas que se sacaron de la manga ese lesivo mecanismo, un atentado a la dignidad humana, si ellos en las alturas gozan de todo. Tienden a reducir la burocracia en mala hora, además, pretenden con tal disposición explotar la necesidad de trabajo.
Lleva tiempo este caso inusual, sin que sean atendidos los clamores de dicho sector, de espaladas obligadamente a normativas constitucionales irrenunciables. Excluidos asimismo de otros instrumentos del Derecho Internacional subsiguientes pactos ratificados por el Estado guatemalteco.
Cabe el asunto aludido en el campo de lo increíble, pero cierto, sin embargo, las mentiras abundan y atruenan el espacio, procedentes del Ministerio de Educación que muestra prepotencia. Incluso su titular con un discurrayano en la demagogia ignora aquella precaria situación prevaleciente.
Cómo subsistirán los afectados en números considerables en sus lugares de trabajo, resulta el obvio pensamiento; cuántas puertas habrán sido cerradas a ellas y ellos. Sus necesidades básicas los impelen a convertirse en malabaristas para pagar vivienda, comida, vestuario y transporte.
Tan penosa discriminación e inhumana circunstancia por los mentores con, o sin familia, legítimas cargas; ya no deben seguir causando angustias y estado anímico dificultoso. Ello remonta a lejanos años cuando tampoco el pago era puntual, los mentores tenían que vender sus recibos a los agiotistas.
Eso supe por cuanto mis antepasados, urgidos del miserable monto asignado que percibían en ese entonces, acudían a almacenes de judíos, donde les cobraban comisión con el adicional argumento de hacerles la cancelación pero en especies, es decir que las brasas a las llamas, o lo toma o lo deja.
Queda demostrado por enésima vez que la historia es un círculo repetitivo en diversas épocas, invariablemente. Reitero que viene a ser lamentable que el mecanismo de marra continúa su marcha dañina, en medio de tanto palabrerío vano, aún es tiempo de enderezar el entuerto, actúen ya.