De acuerdo con la información divulgada por el World Christian Database, el incremento de la población musulmana se relaciona con la influencia de esa religión en la porción del planeta que crece con más rapidez. Ese aumento debería constituir un incentivo para sostener el diálogo entre Oriente y Occidente. Actualmente, los 1,322 millones de musulmanes superan a la población católica, que suma alrededor de 1,115 millones.
El total de cristianos, con la reunión de católicos, protestantes, anglicanos, ortodoxos y evangelistas, es la mayor en el mundo, con 2,153 millones de creyentes. A cristianos y musulmanes siguen en número el hinduismo, con 870 millones; el budismo cuenta con 378 millones de adeptos y el judaísmo suma 15 millones. Un total de 722 millones no profesan ninguna religión.
El crecimiento del islamismo se relaciona, principalmente, con las tendencias demográficas, debido al aumento relativo de la población de los países en los cuales predomina dicha religión. Otro factor estriba en la mayor influencia religiosa en relación con otras épocas en las que ésta era reprimida o perseguida. Aparte, debe considerarse que la religión musulmana tiene varias vertientes y asume distintas características e interpretaciones en los países en los que es la fe mayoritaria.
Esta mayor presencia de las religiones en la vida de las sociedades tiene múltiples y diversos impactos. También se asocia con la grave conflictividad entre distintos grupos nacionales, la espiral de la violencia por motivos religiosos y las guerras libradas en Oriente Medio y Asia.
El vínculo entre religión y violencia es más evidente con los fundamentalismos y minorías aisladas. Estos sectores desnaturalizan el fenómeno más trascendente, el de una mayor interacción y coexistencia entre pueblos y culturas, de la que también debe brotar el respeto y el diálogo entre las distintas religiones.
Los seres humanos tenemos una necesidad de comprometernos con algo más grande que nosotros mismos. En cada uno, la necesidad de la espiritualidad es un comprobado hecho de la vida, lo que no sólo se expresa por medio de la religión. El cultivo de las artes o la práctica de la solidaridad reflejan la espiritualidad. Otro aspecto que debe diferenciarse es la pertenencia a un credo determinado de la fe en un Ser Supremo, como quiera que se le denomine.
Cualquier tentativa de suprimir la religión de nuestra cultura tendría que tener un sustituto que capitalice nuestras emociones sobre la maravilla de la vida y toda la creación, pero, ésta sería otra nueva religión. Ahora bien y en clave de actualidad guatemalteca, cuando los dirigentes religiosos se aprovechan de su ministerio para el clientelismo, político o mercantil, merecen la crítica de todos y todas, sean creyentes o no.