Durante la pubertad, la mayoría de los varones desarrollan cierto grado de ginecomastia, es decir, que les crecen los pechos. Es algo pasajero y muy normal; sin embargo, cuando esto sucede en niños, antes de la pubertad, es algo anormal que amerita consulta, pero cuando alguno de estos niños es llevado por su mamá al médico y se le estudia, todo se encuentra normal. Estos casos se les diagnostican como «ginecomastia idiopática» lo cual quiere decir que no se logró averiguar la causa. El consejo a la madre, es solamente una consoladora afirmación: «Señora, su niño no tiene ninguna enfermedad seria y ya se le pasará». Muy ocasionalmente y por razones estéticas a estos muchachos, en algunos casos se les practica cirugía.
Hay sin embargo, médicos con espíritu detectivesco que logran ver más allá, son galenos perspicaces como el Dr. Clifford A. Bloch de la Universidad de Colorado, quien decidió e inquirió investigar sobre esos casos más a fondo. Fue así que a las madres de tres niños con ginecomastia de 4, 7 y 10 años de edad los sometió a acucioso interrogatorio a lo Sherlock Holmes.
En esos tres niños todos los exámenes de glándulas y hormonas estaban normales, pero El Dr. Bloch encontró que la causa era ese componente fragante, la lavanda (lavender) y el aceite del árbol de té (tea tree oils) que suele agregarse a shampoo, jaleas para el pelo, aceites, lociones para la piel y olorosos jabones.
El Dr. Bloch estudió el efecto de la lavanda y encontró que estimulaba el efecto de los estrógenos (hormonas femeninas) y bloqueaba el efecto de la testosterona (hormona masculina). Al suspender el uso de esos embellecedores menjurjes o de olorosos jabones, la ginecomastís cedió unos meses después.
El tejido mamario de varones y mujeres crece cuando sus células tienen receptores para estrógenos, lo cual no sucede en todos los casos de manera que el uso diario de un jabón con lavanda no siempre hará crecer los pechos. Sin embargo, lo que es un hecho y siempre ocurre es el efecto estimulante sobre los estrógenos y el bloqueador de la testosterona lo cual indudablemente modifica el funcionamiento integral del organismo.
Es entonces que parece apropiado que las madres, teniendo eso en mente, quieran evitar que sus hijos varones sufran esos efectos. Entonces que procedan a leer las etiquetas de los aceites, lociones, jaleas para el pelo y jabones que usan sus hijos para así asegurarse que no contienen lavanda (lavándula angustifolia) o aceite del árbol de té (Melaleuca alternifolia).
Esos estudios fueron publicados por el New England Journal of Medicine feb. 1-2007, y reproducidos por Scientific American de Abril 2007.
Así es que, si usted benevolente lector, cuando después de su regadera se mira al espejo y le parece que como consecuencia de la gimnasia se le están desarrollando los músculos de los pechos, dele una leída a las etiquetas y empaques de sus lociones y cuide de los jabones con que se baña a sus patojos.