Promesas, ofertas y programas


El refrán popular de que «el papel aguanta con todo», es uno de los que considero axiológicos porque encierra una verdad, tan evidente, que no se necesita demostrar. Este refrán se refiere especialmente a que cualquier persona, gozando del «derecho de libertad de expresión», puede escribir los desatinos y las mentiras más grandes, particularmente para denigrar a una persona o un grupo de ellas. (Aunque el papel también aguante lo que en él se escribe, sirve para otras cosas, como envolver tamales o convertirse en papel sanitario, dependiendo de las necesidades y de la calidad del mismo.)

Héctor Luna Troccoli

Pues bien, partiendo de esta breve referencia al uso del papel, ahora cobra una importancia mayúscula cuando asombrosamente he escuchado de personas particulares y de grupos sociales de las más diferentes tendencias y composición que en esta época preelectoral ya no quieren ni «promesas», ni «ofertas electoreras», sino, nada menos y nada más, imagí­nense ustedes: PROGRAMAS DE GOBIERNO. ¡Púchicas!

He conocido diferentes formas y modos de ingenuidad, pero ésta se lleva el premio nobel de esa disciplina, que nos hace tener a los gobernantes que tenemos. Las ofertas, las promesas y los programas SON EXACTAMENTE LO MISMO, CON LA DIFERENCIA QUE EL íšLTIMO ESTí POR ESCRITO, con el agravante de que muy pocos lo leen y menos aún lo reclaman, cuando no se cumple. Milité diez años en polí­tica sin cambiar camiseta y tengo 14 años de estar «actualmente de baja» y recuerdo, como si fuera ayer, que los programas de gobierno se iban confeccionando por medio de ideotas que surgí­an de técnicos, colaboradores, académicos o grupos que trataban cada aérea especial para al final terminar el mamotreto que a veces parecí­a guí­a telefónica. Yo me pregunto: ¿cuántos ciudadanos o grupos de ciudadanos al final de cada gobierno hicieron una evaluación de lo que se habí­a cumplido de las «ofertas» que antes se hicieron? Lo único que se comprobaba era que éstos habí­an estado igual o peor que los otros.

A mi entender solo dos presidentes no hicieron programas de gobierno ostentosos, sino por el contrario, HICIERON MíS DE LO QUE OFRECIERON: Arévalo y Arbenz. Particularmente este último, que un dí­a dijo: «Hagamos la carretera al Atlántico» y la carretera se hizo; «Hagamos la Reforma Agraria» y la Reforma se hizo, «Hagamos Jurún Marinalá» y Jurún Marinalá se hizo, «No robemos» y no se robó. Y cuando hací­a cosas buenas el «pueblo» y el Bush, Eisenhower Dulles de entonces, le dieron una patada en el trasero y lo mandaron a morirse de sus adicciones.

Así­ somos y así­ seremos. Ni ofertas, ni promesas, ni programas, mejor pidan como le aconsejó su abuelita a Vinicio Cerezo: «Robá mijo, pero sólo un poquito». Consejo que no fue acatado por el susodicho, ni los otros de los que hemos gozado (a Dios gracias), en esta nueva era democrática de las mafias y de la muerte.

Entonces pues, a´i no vemos………