Richard Sorge, el espí­a de Stalin


En La Hora un dí­a de la semana pasada, leí­ un artí­culo bien documentado escrito por el amigo Ricardo Rosales Román, relativo a la heroica resistencia de la URSS frente a los ejércitos de Hitler en la Segunda Guerra Mundial.

Mario Castejón

La noche del 21 de junio de 1941, sin previo aviso con su clásico «Blitzkrieg», Hitler lanzó 152 divisiones (33 eran mecanizadas) penetrando en Rusia. Le esperaban 170 divisiones del ejército soviético, pero un buen número de ellas estaban detenidas en Siberia previendo un ataque sorpresivo del Japón.

Hitler habí­a pospuesto su ataque a Rusia y firmó con Stalin un pacto de no agresión aceptado por conveniencia mutua. El dictador alemán con un frente de guerra contra Inglaterra al Oeste, se cuidaba las espaldas esperando otro momento para atacar a Rusia. Stalin sabí­a que el pacto con Alemania hacia poco probable que el Japón aliado de Hitler lo atacara sorpresivamente a través de Manchuria, lo cual le daba un respiro.

Tres ejércitos alemanes penetraron en Rusia: El Ejército de Sur cruzando Los Carpatos para capturar Kiev, El Ejercito del Norte atravesando Prusia para cercar El Báltico y Leningrado, y El Ejercito del Centro a través de Smolensk para llegar a Moscú. Coincido con Rosales Román en el heroí­smo con que los soviéticos actuaron ante la acometida alemana, sin embargo, hubo dos factores determinantes para el triunfo: el primero, que Hitler desoyó a sus generales y no permitió que el Ejercito de Centro avanzara hasta Moscú distante solo 250 millas, lo lanzó hacia las zonas industriales y petroleras de Karkhov y Ucrania, una estrategia de amateur que fue su perdición. Como se ha dicho, el aliado mas importante de Stalin fue el General Invierno, el mismo que derrotó a Napoleón en 1812. Por causa del invierno más de 150 mil vehí­culos fueron tragados por la nieve convertida en lodo.

El segundo factor y el decisivo fue la acción de un solo hombre: Richard Sorge, un maestro del espionaje conocido en ese mundo como El grillo». Sorge nació en Bakú en 1895, hijo de un ingeniero alemán con una joven rusa. Se casó con una balletista y vivió en Berlí­n en donde se formó como periodista. La influencia de su madre fue determinante en sus inclinaciones polí­ticas y así­ ingresó al partido comunista en 1925. Pasados tres años fue reclutado por la KGB, siendo enviado como corresponsal a Tokio donde actuaba como colaborador de prensa de la embajada alemana dentro de un cí­rculo allegado al embajador.

Frecuentaba el mundo diplomático y la cerrada aristocracia militar japonesa y así­ tení­a acceso a información y secretos militares. Era un hombre culto con gran encanto personal, aunque su comportamiento como mujeriego y bebedor lo mantení­an al borde del escándalo.

Por ví­a inalámbrica alertó a la KGB que el Ejercito Alemán invadirí­a Rusia en la llamada «Operación Barbarosa» esa noche de junio de 1941. En principio Stalin se negó a creer a Sorge y tardó en movilizar las divisiones estacionadas en Siberia, que si lo hubiera hecho desde un principio, habrí­a detenido la invasión cerca de la frontera. El informe de Sorge aseguró a Stalin que el Japón no atacarí­a a Rusia lo cual lo motivó a mover al frente alemán las divisiones que resguardaban de un ataque del Japón (Rusia declaró la guerra a Japón hasta 1945 cerca del final, y como parte del botí­n le correspondió el norte de la pení­nsula de Corea). Sorge continuó informando desde Tokio en donde quedaba bien con los japoneses entregando «secretos de salón» y algunas confidencia que le confiaban en la embajada alemana.

En 1942, debido a la infidencia de un funcionario colaborador suyo que también era miembro del Partido Comunista, fue detenido por el Servicio Secreto de Japón y condenado a muerte en 1944 cerca del final de la guerra y después de pasar dos años en prisión murió ahorcado, aparentemente olvidado por Moscú.

Terminada la guerra sus méritos no fueron reconocidos por Stalin y más que eso, fue casi proscrito por los historiadores del conflicto en los anales soviéticos, parecer ser que habí­a algo en Sorge que no agradaba a Stalin y éste no hizo ningún esfuerzo por canjearlo o liberarlo. Pasado el tiempo y desaparecido Stalin, en la década de los 60, el trabajo de Sorge fue exaltado y dado a conocer, fue protegida su familia y declarado Héroe de la Unión Soviética, honrado por el Partido Comunista y ocupó un lugar al lado del Mariscal Georgi Zhukov, el héroe de Stalingrado y del asalto a Berlí­n. Sin la labor de Richard Sorge Alemania habrí­a derrotado a la Unión Soviética y eso hubiera cambiado una buena parte de la historia de la humanidad.