Esta mañana, los miembros del Tribunal Supremo Electoral, TSE, encabezados por el Magistrado presidente í“scar Edmundo Bolaños Parada, dieron a conocer en los salones de un conocido hotel capitalino la convocatoria oficial para las elecciones generales, previstas para el próximo 9 de septiembre, como parte del ritual de la formalidad democrática del sistema capitalista que predomina en nuestro país.
De acuerdo con ese anuncio, los guatemaltecos inscritos en el respectivo padrón electoral podrán concurrir a las urnas en la fecha señalada para elegir a un nuevo presidente, un nuevo vicepresidente, los diputados al Congreso de la República, los diputados al Parlamento Centroamericano y los alcaldes de los 332 municipios que integran el territorio nacional.
A la luz de algunas informaciones preliminares, nuevamente se experimentará para esta contienda electoral el fenómeno de la proliferación de partidos políticos y de candidatos presidenciales.
Se estima que son aproximadamente 20 o 22 partidos políticos los que tendrán la opción de participar en las elecciones. Algunos de los pequeños partidos devienen del fraccionamiento de los partidos históricos, de los partidos grandes y que en mucho expresan actitudes de oportunismo electoral. Obviamente sus posibilidades de triunfo son escasas, por lo que no es difícil colegir que lo que buscan es ubicarse en el momento político.
Bajo el convencimiento de que por sí solos no van a poder obtener un porcentaje, lo suficientemente representativo, como para colocarse en el primero o en el segundo lugar de la elección, tratarán de alcanzar un lugar que les permita negociar una nueva posición a partir del mecanismo de la coalición de hecho para la segunda vuelta electoral.
Además, la proliferación de partidos políticos puede ser parte de una estrategia de los grupos económicos dominantes vinculados a las filas del oficialismo para dividir a la oposición. La aparente fragmentación de la derecha puede ser parte de un esquema para hacer una alianza de todos en la segunda vuelta en contra de la Unidad Nacional de la Esperanza, UNE, que según las encuestas se mantiene en el primer lugar de la intención de voto de los electores.
La fragmentación también alcanza al sector de izquierda, al sector revolucionario, al sector progresista y al sector reformista. En la actualidad, esos movimientos presentan un triste cuadro electoral, sumamente debilitados y con muy pocas posibilidades de lograr la victoria, al grado que los dirigentes de uno de estos partidos se han quejado que en las encuestas ni siquiera aparecen, pues existe la clara intención de borrarlos ante la opinión pública.