Satisfecho estará el doctor Sergio Morales al haber sido reelecto en el cargo de Procurador de los Derechos Humanos, por el pleno del Congreso en segunda vuelta. También algunos segmentos por una parte, y por la otra hay quienes objetan ese acto; tan difícil es obtener la química total.
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Soy partidario de la no reelección, sea como sea, sigo firme al creer que todos son útiles, pero no indispensables, de cara al juego democrático. Sin embargo, respeto la decisión del Organismo Legislativo y en consecuencia la acato como un ciudadano ubicado en la llanura.
La figura del Procurador de los Derechos Humanos fue creada por los constituyentes de 1985, a título de un buen logro, congruente con modernas corrientes y doctrinas. Al frente de ese cargo han desfilado sucesivos elementos del foro nacional, a juicio generalizado.
Al respecto continúan pensamientos encontrados en torno al funcionamiento de PDH; pese a los años transcurridos, aún permanecen poniendo el dedo en la llaga. Prosiguen con señalamientos acerca que se inclinan sus acciones en favor de la delincuencia, sambenito cuestionable.
Dicha postura adversa la asume el hombre de la calle, pero igual sucede con entidades que conforman una filosofía muy distinta sobre el desarrollo de la PDH. El fiel de la balanza, según los casos se inclina de un lado, o del otro, también en base a la libre emisión del pensamiento.
Pero al volver al punto, o tema central de este comentario, resulta factible exteriorizar que el jurista Sergio Morales posee, además de su formación académica, la suficiente experiencia -madre de toda la ciencia- que obtuvo sin lugar a dudas, durante el período anterior ahora en continuación.
Ingrediente primordial y determinante se considera el hecho que el hoy reelecto en dicho alto cargo, sepa -dicho con todo respeto-, que a la política partidista deberá dar la espalda en función del cargo bajo su cargo. Además, que sus metas se dirigirán siempre en beneficio de la población.
Con esas condiciones señaladas aquí en volandas, relacionadas con su persona, de ahora en adelante esperamos tenga visible empeño y decisión inquebrantable por ejercer las funciones inherentes al mismo cargo. Entereza, valor y buen juicio al servicio justo y necesario como PDH.