El tiempo del miedo


Pamela, de 23 años, desapareció el lunes luego de salir de su trabajo. Durante la noche su mamá inició la búsqueda por la morgue y las estaciones de Bomberos, algunos centros de Salud y hospitales nacionales.

Ricardo Marroquin
rmarroquin@lahora.com.gt

La corazonada que se le habí­a instalado a la familia y a los que habí­an contribuido con la búsqueda fue confirmada un dí­a después: Pamela fue llevada a la morgue luego que los bomberos la encontraran en unos matorrales de la zona 18.

Tení­a claras señales de violación y heridas de arma blanca en todo el cuerpo. Fue degollada. De acuerdo con una pequeña nota publicada en un medio impreso, el móvil del asesinato fue «venganza». ¿Venganza de qué? Sin duda, de haber nacido mujer.

En Guatemala, el feminicidio ha alcanzado cifras dantescas. Según un estudio del Centro de Estudios de Guatemala (CEG) 158 mujeres fueron asesinadas durante los primeros tres meses de este año. Desde 2004 hasta diciembre de 2006 unas mil 643 mujeres encontraron la muerte a través de la violencia. La mayorí­a de las ví­ctimas presentaba las mismas señales de tortura y violación que tení­a Pamela.

Un catedrático en la universidad comentó que cuando una mujer era ví­ctima de violación sexual, lo primero que habí­a que preguntarle era cómo estaba vestida.

Esta actitud refleja el modo de pensamiento machista de nuestra sociedad y de las autoridades de Gobierno que poco han hecho para garantizar la seguridad y la justicia para este sector de la población.

La muerte de Pamela no puede verse como un hecho aislado, como un pleito de «maras» y mucho menos como una «venganza». Su muerte nos muestra el grado de discriminación, desigualdad e impunidad que impera en el paí­s. Es una muestra del machismo que concibe a la mujer como un objeto destinado a saciar las necesidades de los hombres, amamantar a los hijos y dedicarse a las tareas de la casa.

¿Qué se le debe preguntar a Pamela? ¿Es preciso que cuestionemos la naturaleza de su sexo o su decisión de trabajar para aportar económicamente a la familia? Seguramente Pamela tendrí­a muchas preguntas que plantear, pero ninguna de las instituciones del Estado querrí­an responderle.

Pamela se ha convertido en un nombre más de los archivos de la PNC y del MP. El Gobierno y muchos candidatos a la Presidencia ofrecen implacables planes de seguridad, pero no se comprometen a garantizar la justicia.

Las mujeres guatemaltecas, igual que muchos sectores de población, parecen estar sumidas en el miedo y derrotadas por la impotencia ante las prácticas de odio generadas de la discriminación. Como lo afirmó el escritor Eduardo Galeano: «Es el tiempo del miedo. El miedo de la mujer a la violencia del hombre, y el miedo del hombre a la mujer sin miedo».

La muerte de Pamela no puede verse como un hecho aislado, como un pleito de «maras» y mucho menos como una «venganza». Su muerte nos muestra el grado de discriminación, desigualdad e impunidad que impera en el paí­s.