No puede negarse que en un país como el nuestro, multiétnico, multicultural y multilingí¼e, los sectores dentro de la democracia incipiente, que no han estado adecuadamente representados, requieren y aspiran a esa posibilidad.
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Como bien lo dijo Rigoberta Menchú, nuestra Constitución de la República establece dentro de los deberes y derechos, «el elegir y ser electo». Nadie puede considerar como un hecho negativo que ella, Nineth Montenegro y cualquier otro ciudadano aspiren a participar en un partido político y a través del mismo sea propuesto a un puesto de elección popular.
Reconociendo ese hecho, puedo señalar como antecedente de mi actuar incluyente algo que Nineth Montenegro seguramente recuerda. A raíz del serranazo, habiendo ella planteado que se le permitiera participar con otros dirigentes sociales, entre ellos Armando Sánchez, en la mesa de la Instancia Nacional de Consenso, en la que algunos miembros de CACIF se oponían a su participación, apoyé su incorporación, razón por la cual previamente desayuné con Nineth y parte de sus colaboradores para allanar el camino que les permitió incorporarse y participar activamente en la Instancia.
Qué importante es ver cómo Nineth Montenegro ha evolucionado de las protestas callejeras, de tomar por la fuerza el hemiciclo del Congreso y de sentarse improcedentemente en la curul del Presidente del Organismo Legislativo a una situación que democráticamente la coloca como diputada. Hoy, ella aparece en las encuestas como una diputada reconocida más que la mayoría, como una diputada que se ha dedicado, principalmente, a la actividad fiscalizadora del Ejército, del Estado Mayor Presidencial y del PACUR, ojalá que en el futuro fiscalice también la apropiación y la evasión de pago de impuestos.
Qué significativo es ver su trabajo y esfuerzo de formar un partido y hoy de aliarse políticamente con Rigoberta Menchú, con Otilia Lux de Cotí y demás personas, aunque en la Huelga de Dolores, en el «No nos tientes», en los últimos años la critiquen y la hayan denominado como la diputada campero.
La democracia requiere participar, el representar a quienes confían con su voto en las personas, el de adquirir día a día la experiencia que nos permita a todos tener mejores gobernantes, contribuye al mutuo respeto. Por ello, la unión política de Rigoberta Menchú y Nineth Montenegro, así como el de sus movimientos políticos es una muestra de la evolución democrática y de la aplicación del derecho, la consolidación de los procesos de paz.
Estimo que Rigoberta no debió ser parte del actual gobierno, debió asumir un rol mucho más activo del que ha tenido en todos estos últimos años. La comodidad y tranquilidad que ha disfrutado no puede continuar, haber estado en el gobierno la hace corresponsable de la inseguridad, el alza del costo de la vida, la pésima certeza financiera y bancaria; y de todo lo que ha acontecido.
Es obligación de todos la búsqueda del respeto entre guatemaltecos, la fusión, la inclusión en una sola nación, de lo contrario nos polarizaríamos aún más y nuevamente la división prevalecería, beneficiando a los pocos que ostentan la mayoría de los recursos, el poder fáctico que en el fondo es el principal responsable de la pobreza, la extrema pobreza y la falta de una paz firme y duradera.
Continuará.