Estando en San Salvador, desde el Sábado de Gloria, 31 de marzo del corriente año, 2007, amigos a quienes les fascina visitar Guatemala, me mostraron un campo pagado de una página completa en La Prensa Gráfica, el lunes 2 de abril, que comenzaba: » A los hermanos centroamericanos que visitan Guatemala durante la Semana Mayor, queremos informar:» y seguía con una serie de explicaciones de las medidas de seguridad para los turistas que viajaban a nuestra patria chica, por vía terrestre. Me contaban que en todos los periódicos había estado saliendo el mismo anuncio. Y me preguntaban si no me daba miedo viajar a Guatemala con automóvil con placas salvadoreñas, a lo que yo les respondía que la gente de Guatemala no era ni más buena o mala que la de El Salvador o de los demás estados de Centroamérica y que por el contrario de lo que propalaban quienes por alguna razón estúpida no deseaban la unión entre las parcelas de la Patria Grande, que los chapines siempre habían sido buenos anfitriones con quienes visitaban
Guatemala, que son corteses, amables y agradecidos con quienes llegan a dejarles dolaritos que buena falta hacen para apoyar la economía del país, tan golpeada por malos guatemaltecos dentro y fuera del gobierno que actualmente ?y también con anterioridad? sufrimos y los ladrones de levita de los «empresarios» que han saqueado instituciones gubernamentales y privadas, como los bancos privados y estatales, en donde casi todo el mundo confiaba y algunos todavía confían su dinero, por creer que en esas instituciones es en donde estará más seguro que debajo del colchón o en las cajas de hierro o en botijas como antaño.
Pues bandidos y salteadores de caminos en todos tiempos ha habido y ahora, más que nunca, han proliferado esas plagas pero, todo es cuestión de tomar ciertas precauciones elementales como el viajar en horas de más tráfico por las zonas de mayor peligrosidad y por donde se reporta mayor incidencia en hechos de esta naturaleza, para no convertirse uno en otra de las víctimas de estos forajidos , si es posible viajar en compañía de al menos otro automóvil o de varios, irse coleando a un autobús de línea, etc.
Pero como nunca falta un pelo en la sopa, tenemos que hablar de esa seguridad prometida y que cada país debe y está en la gorda obligación de prestar a quienes tienen la deferencia de visitarles en su casa, ya sea por turismo o por negocios o para visitar familiares. Eso sí que es importante y, por más que publiquen campos pagados, la realidad es lo que se ve y, en honor a la verdad, o estoy ciego o no vi ninguna que fuera notoria en mi viaje de regreso el Miércoles Santo, 3 de abril o tal vez fue por el fuerte aguacero que me tocó en buena parte del camino.
Tampoco vi en las carreteras de El Salvador ninguna valla advirtiendo a los connacionales que no viajaran a Guatemala pues podían ser asesinados, ni nada por el estilo. Si en algún momento las pusieron, creo que el presidente Saca cumplió con su palabra de quitarlas, pues es injusto culpar a un pueblo por los actos de un grupo de asesinos que igual puede haberlos de uno y otro lado de las fronteras «separatistas», que gracias a Dios no se le ha ocurrido a ningún imbécil colocar muros como los gringos han hecho o están haciendo a lo largo de la frontera con México.
La gente de El Salvador sigue viniendo pero, lógicamente después de la matanza de los diputados y sus supuestos asesinos, están temerosos y muchos cancelaron reservaciones para visitarnos, pero eso se lo podemos agradecer al «ilustrado» gobierno que nos «desgobierna» -a decir de muchos desafectos al actual régimen «de empresarios»- que lidera don Oscarito Berger, que en honor a la verdad no ha sido peor que el de su amiguito don Alvarito Arzú, que piñatizó las empresas que algunas ganancias reportaban al país y que diera paso al no menos nefasto del «populista» don Alfoncito Portillo.
Como decía, encontré poquísimos automóviles con placa salvadoreña como la que el mío portaba, ya fuera que vinieran o que regresaran y mucha gente parece que canceló reservaciones en muchos hoteles, cuyos propietarios están risa y risa con el actual gobierno que sigue dando palos de ciego en cuestión de seguridad nacional como lo ha demostrado recientemente al destituir a los dos encargados máximos en estos asuntos, los no muy aptos señores Vielmann(?)n Montes y Sperisen, pero que creo estaban haciendo lo mejor que podían y con eso solamente le dieron gusto a los «opositores sistemáticos» de los gobiernos de turno, cuyo «hobby» preferido es solamente criticar. En un país donde ningún gobierno por eficiente, honrado y capaz que sea, jamás logra quedar bien con nadie, y peor si es como éste.
Con eso de nombrar a una apreciable señora al puesto de Ministra de Gobernación se confirma lo que anteriormente expongo, pues dicha dama que ha hecho de la defensa de las mujeres victimizadas un apostolado reconocido por todo el mundo pensante, no tiene por buena y abnegada que sea, la capacidad ni los conocimientos ni la capacidad para lidiar con esos problemas.
Su reciente disposición de pedirle la renuncia a todos los militares que fungían o fungen todavía como asesores del Ministerio a su digno cargo, no es de lo más atinado que podíamos esperar de tan respetable dama, pues es el gremio que por su formación académica y disciplina es el más apto para manejar los asuntos en los que prestan su asesoría. En fin, es poco lo que puede hacer en tan poco tiempo que le queda, en lo que le deseamos lo mejor posible y que Dios, Nuestro Señor la ilumine.
Esperemos, pues, la ayuda del Altísimo y la buena voluntad que esperamos tengan las presentes autoridades para sacarnos a todos los habitantes de Guatemala de cualquier ideología, color y etnia, adelante para el bien de este país y darnos la tranquilidad para desenvolvernos y progresar como esta bendita y sufrida tierra se merece.
En la Nueva Guatemala de la Asunción, a viernes 13 de abril de 2007.