«La bondad, no el genio, ni la gloria, es lo que refleja la grandeza del alma humana.»
Henri Dominique Lacordaire
La masacre provocada por el estudiante coreano Cho Seung-Hui, de 23 años, en el campus Virginia Tech en Estados Unidos, ha desatado una serie de interrogantes.
Los sentimientos se mezclan en las personas, alrededor de todo el planeta, mientras intentan explicarse por qué actuó así.
Difícil es aceptar que más de 30 estudiantes fueron muertos, otros más luchan por sobrevivir y centenares se debaten en la incertidumbre y el pesar.
Jóvenes, promesas futuras para sus familias y sus países, ya no están más. Como tampoco sus maestros que literalmente, dieron la vida para protegerlos.
Más tarde, los medios informarían sobre las posibles causas que llevaron a Cho a cometer los asesinatos, y dirían que se le había recomendado recibir tratamiento psiquiátrico.
Hay en este caso lecciones que debemos aprender. La primera está relacionada con la facilidad para acceder a las armas, en nuestro país. El que no está armado es porque no quiere y sabe, cada vez más jóvenes buscan portar un arma.
Luego podemos hablar de «las necesidades» que se están creando día a día en nuestros niños y jóvenes a través de la publicidad con la complicidad de la sociedad que no hace nada para cambiar el rumbo. Casos variados hay en que alguien es asaltado para despojarlo de los tenis o la chumpa de marca.
Y qué hay de la formación en valores, cuando desde el ente rector de la educación, como lo es el Ministerio se realizan cambios a los programas y proyectos ya pactados, se rechazan los acuerdos negociados con el presidente de la República, se incumplen las obligaciones de alimentación para con los escolares y se utiliza el dinero destinado a la educación en la ampliación de obras para el turista, mientras los maestros abandonan las aulas y salen a las calles a provocar caos vial.
Que Bueno que el presiente Berger haya presentado sus condolencias, pero que malo que no se ocupe de su gente y sus problemas.
Las mujeres continúan siendo asesinadas, cientos de damnificados por la tormenta Stan aún no tienen una vivienda digna, al igual que los vecinos del Barrio San Antonio. La delincuencia no para, como tampoco hay quien detenga el costo de la canasta básica y de la gasolina, por lo que los paisanos continúan de mojados mientras él gasta 25 millones de quetzales del dinero del pueblo en publicidad. Dios provea, dé fuerzas a los familiares de las víctimas, valor a sus compañeros y maestros y nos proteja a los guatemaltecos.