La frase pronunciada por el jefe de bancada del FRG, don Arístides Crespo, le cayó como anillo al dedo al evento de reelección por cinco años más del licenciado Sergio Morales como Procurador de los Derechos Humanos. No había otro camino que escoger bajo el principio de «más vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer». Para mí sigue siendo una lástima comprobar que también esta elección se haya politizado tanto, lo que impidió realizar la mejor selección entre tantas opciones que se tuvieron, finalizando en lo mismo de siempre: «votar por el menos peor».
Es que no se puede ocultar que la gestión del licenciado Morales no fue del todo satisfactorio para grandes sectores de la población. Para empezar, siempre fue señalado de preocuparse más por los derechos humanos de los delincuentes que por los de las víctimas y fue así como esa misma impresión se fue generalizando hasta ser criticado por haber abandonado las causas justas de los usuarios del transporte urbano y extraurbano; de los consumidores en general, víctimas de empresas que sin ningún miramiento se han dedicado a sacar hasta el último centavo de los bolsillos de sus clientes, pero sin poder disfrutar de un servicio puntual, eficiente y a la altura de sus elevados precios.
Si bien es cierto que la experiencia (lo «viejo conocido» en el concepto del diputado Crespo) ojalá vaya a servir para ponerle mayor dinamismo a su defensa de los derechos humanos de los padres de familia, por ejemplo, quienes siguen obteniendo a pesar de los costoso que resulta hoy día la educación de niños, jóvenes y adultos, tristes resultados que les podrá permitir saber las tablas, pero ni jota de la gramática del idioma que pobremente hablan y escriben y… ¿qué decir en cuanto a su formación de valores y principios?
Hay algo más importante que en mi criterio influye para decir que el Procurador de los Derechos Humanos ha hecho muy poco, es el abandono en que se encuentra el chapín ante la ineficacia de las dependencias del Estado en la prestación obligatoria de servicios. Estas se han ido transformando en empresas que lucran con la necesidad de la población. Por ejemplo, ¿cuánto cuesta obtener una cédula de vecindad o la reposición de la misma?; ¿por qué se cobra el canon de agua como si tal cosa recibiera puntualmente el vecino en su vivienda?; ¿a dónde fue a parar aquel celo porque la pobre gente que no tiene ni un len para poder pagar la consulta, no digamos para comprar la medicina que le alivia sus dolores, sea tratada de lo peor, estrellándole por la cara la puerta de la emergencia hospitalaria?. Valgan estos ejemplos como una simple muestra de lo que falta por hacer. De ahí que diga que nuestro Procurador tiene que redoblar sus esfuerzos para el mejor desempeño de su función. ¿No les parece?