Anteayer miércoles 11 a las 5 de la tarde atendí el teléfono de mi consultorio. Era el doctor Axel López médico residente del intensivo que me dijo: «Doctor, don Renato lo está llamando».
Mi fidelísimo paciente y entrañable amigo sentía y sabía que se estaba muriendo, y, como a pesar de su desfalleciente corazón mantenía una mente muy clara, pues quería despedirse. Además, con esta llamada, Renato reafirmaba la confianza que me tenía y por lo tanto era algo que una vez más me comprometía.
Precisaba aliviar a Renato y era la dificultad respiratoria que le hacía sentir que se ahogaba lo que más le oprimía el pecho, lo angustiaba y le hacía sufrir. Una vez más le expliqué que con la morfina se conseguiría aliviarlo, pero, que eso conllevaría un deprimir el centro respiratorio que le podría inducir un paro y consecuentemente la muerte. Renato lo entendió muy bien pero, agobiado accedió a mi sugerencia y le incrementé la infusión de morfina. Pocas horas después de la mano de Alba su mujer y colmado por los besos de sus hijas, hijos, nietos y sus bisnietos, dejó de respirar.
Con la Lila mi mujer habíamos planeado salir de viaje ayer jueves doce, pero ante este nuevo episodio de agudización de su enfermedad la Lila fue la primera en ordenarme que lo canceláramos.
Así se lo hice ver a Alba, a sus hijas y al propio Renato quién me manifestó que no debería hacerlo porque él se mejoraría. En medio de todo, es curioso que no hubo necesidad de ello ya que el buen amigo decidió anticipar su partida para no obligarnos a esa cancelación. Parece que su deseo de que no canceláramos nuestras vacaciones era muy auténtico. Y aquí estamos en Marco Island con la Lila desde donde escribo esta triste y sentida nota.
Nacido en Guatemala, de padres italianos, en medio de limitados recursos económicos Renato creció en un ambiente en donde aprendió que la mejor oración es el trabajo y llegó así a triunfar como empresario jefe de numerosa familia. Fue el deporte otra de sus pasiones y cuando adolescente en el Club Hércules descolló como basquetbolista animado por los aplausos de su Alba, la patoja que lo admiraba y bajo cuyo impulso llegó a ser durante tres años consecutivos el campeón encestador de Guatemala. Como ciclista no solamente ganó varios premios en múltiples competencias sino que hizo varias giras por Europa. ¡Ah! y también en el tenis del que hubo de retirarse por las lesiones a sus rodillas.
Renato siempre fue campeón y en el curso de su vida aun cuando no fue un fiel practicante de la liturgia católica, siempre supo seguir un camino que, estamos seguros, lo mantuvo cerca de Dios.
Renato: de parte de este tu amigo y de su mujer la Lila, un agradecimiento expresado en un muy apretado abrazo, agradecimiento que, reitero por ese obsequio que me diste al permitirme ser tu médico y amigo durante cerca de 50 años y hasta tu muerte. Demostraste además ser un gran paciente, salvo cuando ante la tentación de la pasta que con pomodoro te cocinaba tu fiel compañera Alba y que con el acompañamiento de un tinto Chianti habrías de ceder y rompías la dieta. ¿Puedo darle un beso a tu mujer y tus hijas?