GIORGIO RENATO LORENESI FORNACIARI


Anteayer miércoles 11 a las 5 de la tarde atendí­ el teléfono de mi consultorio. Era el doctor Axel López médico residente del intensivo que me dijo: «Doctor, don Renato lo está llamando».

Dr. Carlos Pérez Avendaño

Mi fidelí­simo paciente y entrañable amigo sentí­a y sabí­a que se estaba muriendo, y, como a pesar de su desfalleciente corazón mantení­a una mente muy clara, pues querí­a despedirse. Además, con esta llamada, Renato reafirmaba la confianza que me tení­a y por lo tanto era algo que una vez más me comprometí­a.

Precisaba aliviar a Renato y era la dificultad respiratoria que le hací­a sentir que se ahogaba lo que más le oprimí­a el pecho, lo angustiaba y le hací­a sufrir. Una vez más le expliqué que con la morfina se conseguirí­a aliviarlo, pero, que eso conllevarí­a un deprimir el centro respiratorio que le podrí­a inducir un paro y consecuentemente la muerte. Renato lo entendió muy bien pero, agobiado accedió a mi sugerencia y le incrementé la infusión de morfina. Pocas horas después de la mano de Alba su mujer y colmado por los besos de sus hijas, hijos, nietos y sus bisnietos, dejó de respirar.

Con la Lila mi mujer habí­amos planeado salir de viaje ayer jueves doce, pero ante este nuevo episodio de agudización de su enfermedad la Lila fue la primera en ordenarme que lo canceláramos.

Así­ se lo hice ver a Alba, a sus hijas y al propio Renato quién me manifestó que no deberí­a hacerlo porque él se mejorarí­a. En medio de todo, es curioso que no hubo necesidad de ello ya que el buen amigo decidió anticipar su partida para no obligarnos a esa cancelación. Parece que su deseo de que no canceláramos nuestras vacaciones era muy auténtico. Y aquí­ estamos en Marco Island con la Lila desde donde escribo esta triste y sentida nota.

Nacido en Guatemala, de padres italianos, en medio de limitados recursos económicos Renato creció en un ambiente en donde aprendió que la mejor oración es el trabajo y llegó así­ a triunfar como empresario jefe de numerosa familia. Fue el deporte otra de sus pasiones y cuando adolescente en el Club Hércules descolló como basquetbolista animado por los aplausos de su Alba, la patoja que lo admiraba y bajo cuyo impulso llegó a ser durante tres años consecutivos el campeón encestador de Guatemala. Como ciclista no solamente ganó varios premios en múltiples competencias sino que hizo varias giras por Europa. ¡Ah! y también en el tenis del que hubo de retirarse por las lesiones a sus rodillas.

Renato siempre fue campeón y en el curso de su vida aun cuando no fue un fiel practicante de la liturgia católica, siempre supo seguir un camino que, estamos seguros, lo mantuvo cerca de Dios.

Renato: de parte de este tu amigo y de su mujer la Lila, un agradecimiento expresado en un muy apretado abrazo, agradecimiento que, reitero por ese obsequio que me diste al permitirme ser tu médico y amigo durante cerca de 50 años y hasta tu muerte. Demostraste además ser un gran paciente, salvo cuando ante la tentación de la pasta que con pomodoro te cocinaba tu fiel compañera Alba y que con el acompañamiento de un tinto Chianti habrí­as de ceder y rompí­as la dieta. ¿Puedo darle un beso a tu mujer y tus hijas?