La señora Adela de Torrebiarte, quien asumió el despacho de Gobernación, tiene ante sí un reto principal. Consiste en la conformación de un nuevo equipo que establezca las estructuras organización institucional. En el supuesto que todo pudiese seguir igual tendrá grandes inconvenientes.
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Un equipo afín a la primera mujer que ocupa el cargo de ministra del Interior, podrá viabilizar políticas administrativas tras un corto tiempo. Mientras adoptan, coordinan y ejecutan el trabajo, pero los meses por delante se acercan rápido y nada más darían el arranque.
El asunto implica también tamaña disyuntiva a manera de reto, puesto que la burocracia enquistada en esos renglones se equipara a horas extras de vuelo, muy capaces de manejar a su conveniencia las cosas. Digámoslo con su nombre claro que sencillamente se las saben todas juntas.
La Ministra titular del puesto clave en el gobierno central, de la entidad Madres Angustiadas, deberá estar conciente de que las cosas allí tocaron fondo; existe mucha tela que cortar y sobre todo es bastante delicado. Priva un ambiente lleno de problemas enraizados desde años atrás.
Cabe entonces que la señora Adela de Torrebiarte, nombrada justo en el propio año electoral, por demás se entiende que lo político será arma de dos filos. O se juega el físico por imprimirle otra imagen con objetivos operacionales, o bien encontrará valladares y presiones adversas, sin duda.
Cuando mencionamos que si decide dar el esperado arranque con caras nuevas, que no patibularias, tomamos en cuenta como base de sustentación el invariable echo ya harto sabido. En el carro gubernamental nunca vemos continuidad en planes y programas de trabajo, como está demostrado.
No obstante, será ocasión propicia que la nueva Ministra que aceptó el reto, significa un primer paso en esa senda escabrosa de suyo, si echa mano de carácter, temple, entereza y decisión la acompañará el entusiasmo por darle otro rumbo esperado a las acciones. La seguridad y confianza deben devolvérsele al país.