Reencuentro


Las calles del Centro Histórico están vivas, al menos esa impresión me dio al recorrerlas y reconocerlas engalanadas de flores, con una calle peatonal aún no del todo dispuesta, pero que se anuncia como un espacio interesante, con una Catedral inmaculada, un parque cubierto de lila y un agradable recorrido por el Palacio Nacional de la Cultura.

Claudia Navas Dangel
cnavasdangel@yahoo.es

Pese a que transito por ella a menudo, es quizá necesario entrar en contacto, caminar entre avenidas y ventas callejeras, tomarme un poco de tiempo y un café, por supuesto en la 8ª. avenida y 9ª. calle, guanaquear (con el perdón de mis salvadoreños amigos) en el parque, el Mercado Central y el Portal del Comercio.

Sextear, verbo inexistente, usual en mi infancia, no quizá en la juventud de mi padre, que no es lo mismo, un ojo rojo en el portalito con la marimba al oí­do y unas tostaditas de frijol con queso; buscar cosas de pelar en el Roque Rosito, pararme bajo el arco de correos, comprar una postal que quién sabe si mande, el Internet ha cambiado esas costumbres, avanzar sin rumbo fijo.

Encontrarme ramos del domingo que no se vendieron, que no comprarí­a, por el corozo, sentir la lluvia caer sobre mi rostro y verla limpiar las planchas de cemento, pavimento, banquetas y perturbar el tráfico.

Un reencuentro, con la memoria, con la ciudad no tan agringada, aunque un poco, con los recuerdos, las ventas de loterí­a, el almacén Lucky, La Jugueterí­a ya no existe ni las mixtas Francfourt.

Una grata impresión, un sentimiento de esperanza, un momento de relax circunstanciado por una visita añorada, la satisfacción de sentirme chapina, que sólo me nace frente al Lago de Atitlán, o en otros remotos lugares. Mi corazón urbano contento. Y ahora al Pasaje Aycinena, la Luna también viene al encuentro.