Aunque retornado de la Semana Santa todavía quedarán algunas semanas antes de que se haga la convocatoria a elecciones, sin duda que a partir del próximo lunes empezaremos a vivir una intensiva campaña política porque queda ya poco tiempo para que lleguemos a elecciones generales y siendo el caso que existe aún un alto nivel de ciudadanos que no han decidido su voto, es natural que las distintas fuerzas hagan esfuerzos por atraerlos mediante los mensajes de propaganda que puedan resultar atractivos.
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Creo que el tema de la violencia y la inseguridad será importante y desplazará a otros del interés de los ciudadanos, lo cual si bien es comprensible es en el fondo una verdadera lástima, porque no nos permitirá entender que ello es consecuencia de otros males, de vicios que presenta nuestra sociedad y que deben corregirse. Todo indica a que los candidatos enfocarán el problema de la violencia como si fuera «el problema», pasando por alto que lo que ocurre es que tenemos un Estado incapaz de aplicar correctamente la justicia, en todo el sentido de la palabra, y que al alentar la impunidad está también fomentando distintas formas de criminalidad.
Cuando uno ve la propuesta que van haciendo ya los principales candidatos a la presidencia, debe notarse que nadie tiene un planteamiento que vaya directo a la crisis de las instituciones y a la existencia de características que nos hacen ver como un Estado fallido. No existe nadie que con seriedad y profundidad haga suyo el planteamiento de una reforma profunda del sistema nacional, que posiblemente tenga que pasar por las más severas reformas al ordenamiento legal, porque al fin y al cabo ese tema no es fácilmente comprendido por la mayoría de la población que sigue esperando quién le puede ofrecer el espejismo de soluciones mágicas a corto plazo, aunque las mismas sean recurriendo a resobados conceptos que hemos probado en otras ocasiones y que nunca han sido respuesta efectiva para nuestros males.
En buena medida el problema está no sólo del lado de los políticos, sino también de una población que no se muestra exigente sino que está dispuesta a aceptar otra campaña basada en puros cantos de sirena. Porque hay que reconocer que dentro de las estrategias de los candidatos, no pueden tampoco ir a ofrecer lo que la gente no está interesada en oír y ese es el caso con relación a las soluciones profundas y de largo plazo que demandan compromiso no sólo de los políticos, sino que también de una población que por fuerza debería involucrarse y ser parte de la solución de los problemas.
Pero aunque sea una minoría de gente la que exige respuestas de fondo, hay que insistir ante las distintas formaciones políticas para que actuando con responsabilidad sean capaces de ofrecer una visión distinta a la cajonera que se basará en oferta de seguridad, empleo y bienestar, sin decir ni cómo ni cuándo van a concretar tal panacea. Lo que requerimos como sociedad es una visión fresca de reforma que supere las deficiencias de las instituciones que han fracasado estrepitosamente y una especie de reingeniería de un país que no funciona y que está urgido de un liderazgo capaz de sacar del colectivo social lo mejor que pueda ofrecer.