El uso inmoderado en nuestro planeta, orilla a extremo preocupante, habida cuenta de ser satisfactor indispensable para el equilibrio de la naturaleza. Respecto a nuestro país, mueve a la adopción de medidas urgentes y necesarias con miras al logro de su conservación.
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Todo ser viviente, el hombre y la mujer en primer orden, depende de este elemento natural en sus acciones cotidianas, sin embargo, no existe un mínimo de conciencia al respecto. Antaño hubo afirmación mucho tiempo acerca de contar tres veces mas agua que tierra.
Ante el sombrío panorama generado por el crecimiento poblacional día a día, basta abrir los ojos a efecto de constatar que existe enorme desequilibrio. En tanto el agua es desperdiciada por los seres humanos, las fuerzas hídricas van en camino seguro del agotamiento.
En tal sentido, el caso rumbo directo a la crisis, peor aún al colapso generalizado, ajeno a excepciones, tocante a la ciudad capital y el interior del país, debe calar hondo. Los connacionales ya no deben cruzarse tranquilamente de brazos, o solo ver pasar las cosas.
Estudios científicos como análisis sobre el problemón que se nos viene encima, ponen en qué pensar y sus consecuencias temibles a la vez alarmantes. Amerita la conformación de un frente común en la búsqueda cortoplacista de soluciones prácticas que organicen el uso racional.
Entendidos en la materia también avizoran sobre bases firmes y estudios profundos cómo de proseguir dicha actitud inconsciente de los países, sobrevendrá el momento que habrán guerras. No del petróleo y similares que evidencian avaricia, será en definitiva por el agua.
Hace muchísima falta compresión en todos los niveles de la población, respecto que el agua se agota, «gota a gota», reza un elocuente lema de la flamante Empagua. Aunque parezca muy trillado, la conservación del agua, es compromiso de todos de verdad. Pongamos nuestro granito de arena.