Polí­ticamente incorrecto


La semana anterior comentaba con un colega columnista cuyo nombre no estoy autorizado a mencionar -pero que no es de raí­ces anglosajonas, germánicas o escandinavas-, que en Guatemala los articulistas de pensamiento progresista podemos escribir crí­ticas contra el presidente í“scar Berger, el alcalde ílvaro Arzú, la plutocracia, los militares, el Congreso, los presidenciables ílvaro Colom, Otto Pérez, Alejandro Giammattei, Harold Caballeros y otros que pasan inadvertidos, que en las actuales circunstancias polí­ticas lo que podemos esperar es lo rutinario: que nos califiquen de populistas, fanáticos admiradores de Castro y de Chávez, o resentidos sociales.

Eduardo Villatoro

Pero ¡Dios guarde! que se nos ocurriera lanzar crí­ticas contra segmentados y sectarios grupos de izquierda, que de inmediato sus presuntos dirigentes nos llamarí­an lacayos al servicio del imperialismo, renegados, comprados por la oligarquí­a y sólo porque, en mi caso, no me pueden excomulgar de sus filas, serí­a purgado de inmediato.

En lo que respecta a la señora Rigoberta Menchú, especialmente, hasta hace pocos dí­as era inimaginable que columnistas que repudiamos el neoliberalismo y las frí­a y deshumanizado economí­a de mercado ilimitado, tuviésemos la osadí­a de criticar a la otrora afable Premio Nobel de la Paz, porque serí­a un ataque al movimiento popular, a los grupos feministas, a las etnias mayas y a la propia madre tierra, además de ser polí­ticamente incorrecto.

Sin embargo, han sido, precisamente, los participantes en la III Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indí­genas los que negaron su respaldo a la candidatura presidencial de la señora Menchú, quien prefirió viajar a Washington a otra cita con personalidades más importantes que estar al lado de los asistentes al encuentro de Iximché, como se supone que era lo menos que podí­a hacer, después de haberse olvidado de sus compatriotas de descendencia maya durante los últimos años y de haber permanecido ajena a todas las luchas y movimientos de reivindicación social, como lo ha señalado atinadamente Kike Wer, porque su interés se ha centrado en defender en el extranjero al gobierno empresarial del señor Berger.

A esa notoria ausencia se sumó la declinación del presidente boliviano Evo Morales, quien inicialmente habí­a prometido participar en la citada cumbre, pero, al parecer, polí­ticos de larga trayectoria en las corrientes de izquierda allegados al gobernante de Bolivia y al presidente venezolano Hugo Chávez se han encargado de revelar a ambos mandatarios que la candidatura de doña Rigoberta serí­a financiada por la familia Gutiérrez Bosch, por medio de la diputada Nineth Montenegro, secretaria general del Libre Encuentro por Guatemala, quien, con exagerada anticipación, anunció que será candidata presidencial en 2011, a sabiendas de que es muy remota la posibilidad de que la señora Menchú triunfe en los comicios del presente año.

(Por aparte, lamento el fallecimiento de mi amigo el destacado periodista y escritor Carlos Garcí­a Urrea, a cuyos funerales no asistí­ por encontrarme fuera de la ciudad. Mi sentido pésame a su esposa, hijos y a su hermano Tonito).