Guatemala para los y las guatemaltecas


Claudia Navas Dangel
cnavasdangel@yahoo.es

Sé que es cansón oí­r (leer): ellos y ellas, niños y niñas, hombres y mujeres, ciudadanos y ciudadanas, pero así­ es.

Guatemala no está habitada sólo por hombres, vivimos en él mujeres, niños, niñas, adolescentes, personas de la tercera edad, indí­genas, ladinos, personas con discapacidad y aunque a muchos no les parezca el lenguaje polí­ticamente correcto (a mí­ me ha costado entenderlo), creo que es justo y necesario llamar a las cosas por su nombre, algo quizá difí­cil de aceptar y que solamente nos cala cuando nos ponemos en los zapatos de? quienes son marginados de los textos, por simplificar, porque para qué especificar, si hombre encierra a toda la humanidad y porque obras y no palabras es lo que necesita el paí­s.

Y con esto último estoy totalmente de acuerdo, quizá si tuviéramos rampas, semáforos inteligentes, noticieros con intérpretes de señas, iguales salarios para hombres y mujeres, las mismas oportunidades para indí­genas y ladinos. Si no existiera discriminación, si se escuchara más la voz de infantes y adolescentes no chocarí­a tanto encontrarnos artí­culos que diferencian a hombres de mujeres, por ejemplo, ya que al respecto hay mucho que decir, muchos términos que aprender y muchas actitudes que mejorar.

Talvez no nos molestarí­a escuchar en una charla el ellos y ellas, comprenderí­amos por qué alguien en silla de ruedas es una persona con discapacidad y no una inválida, aprenderí­amos a tener un poco más de empatí­a, a no juzgar a las personas por su forma de vestir o el color de su piel. Puede que suene trasnochado, pero es lo que pasa todos los dí­as en Guate.

Y hablo de artí­culos, de medios, porque quienes comunicamos no sólo informamos, también formamos, y porque las palabras, el lenguaje y lo que se dice repercute. Si empezamos llamando al pan, pan, y al vino, vino, iniciamos el camino hacia el respeto a la vida de cada una de las personas que nos rodea. Así­ podremos ser más sensibles y accesibles y, más aún, solidarios, exigiendo al Gobierno, a las empresas y a todas las personas que lo que se haga y diga en el paí­s sea de acuerdo a las necesidades de todos y todas, no sólo de unos cuantos.