Mis insectos son ángeles dice León Aguilera Radford


Marí­a del Mar

La alta filosofí­a de la vida nos muestra que todos necesitamos de todo. Nada, absolutamente nada, hay de más en el sitio del hombre: la grotesca belleza de un antropomorfo; el delicado vuelo de una falena, mariposilla nocturna; de un pájaro cargando en su pico delgados juncos para fabricar su nido en lo meses espléndidos de la primavera o los arrebatadores celajes encendidos de los rojos crecientes y ardientes veranos; la contemplación portentosa de la grandiosidad de elevados riscos que saludamos con respeto por la humildad con que tejieron su fuerza, su poder milenario, edificado con la más pura humildad de su poderí­o, fundiéndose en la diminuta arena, juntándose, expresándose y creciendo al ritmo de los años, de los siglos, hasta alzarse en gigantescos murales, alcanzando alturas insospechadas. Qué hermosa es la perpetua fiesta de la naturaleza en su vida manifestación, qué gran lección del milagro perfecto que la ciencia encierra en su profunda sabidurí­a, en la creación solemne de un todo que nos presentó el filósofo naturalista León Aguilera Radford, en su extraordinaria exposición fotográfica, la que tituló «Et facies earum sicut facies hominum» («y sus rostros eran como rostros de hombre») única en su género, digna de ser admirada por todo el estudiantado guatemalteco y toda persona amante de la naturaleza, expuesta del 18 de enero al 3 de febrero pasado en la Galerí­a de la Fundación G T Continental, Cantón Exposición, dirigida por su dinámica y trabajadora anfitriona Marí­a Girón. La exposición fotográfica presentó imágenes en blanco y negro, ADD, infrarrojo y color, captados con la asombrosa pureza de la cámara del artista Aguilera Radford, inspiración que brota del caudal de su espí­ritu capaz de absorber el más tí­mido y delicado gesto de la majestad y belleza de ese reino que nos parece débil y quebradizo y que las mayorí­as humanas hacen a un lado, ignoran o temen. Pero León Aguilera Radford viene, y con apasionado acento nos hace un llamado de atención, nos mueve a meditar, nos inquieta, nos cautiva con la apreciación de ese volumen de energí­a que gesta la naturaleza, y nos llena de poesí­a con su mí­stica y lujosa metáfora: «Mis insectos son ángeles» y como portavoz de una iniciativa que nos transporta a nuevas emociones, nos abre diferentes puertas al conocimiento y según sus propias experiencias en este campo investigativo, se basó en una sentencia del Libro del Apocalipsis «que atribuye a las langostas rostros similares a los humanos». Uno de los siete ángeles caí­dos del cielo anuncia «…y su tormento era como tormento de escorpión, cuando hiere al hombre. Y en aquellos dí­as buscarán los hombres la muerte, y no la hallarán; y desearán morir y la muerte huirá de ellos. Y el parecer de las langostas era semejante a caballos aparejados para la guerra: y sobre sus cabezas tení­an como coronas semejantes al oro; y sus caras como caras de hombres y tení­an cabellos como cabellos de mujeres y sus dientes eran como dientes de leones.» Apocalipsis (9, 5-6, 7-8). Desde su inauguración la muerta fotográfica alcanzó un éxito rotundo, por el contenido didáctico y novedoso del sorprendente, misterioso y vibrante mundo de los insectos. Las catorce fotografí­as fueron realmente reveladoras e impresionantes, cabe mencionar «Sun Spider», «Rostro» y «Scorpio Rising». Durante el desarrollo del acto inaugural la poetisa excelsa Grecia Aguilera, dio lectura a su poema inédito dedicado al artista del lente revelador, titulado «Ellos»: «Y vendrá una última guerra/ la hecatombe/ y todo se acabará en el planeta/ bosques quemados/ lagos envenenados/ azufre, radiación/ amargo ambiente contaminado/ todo desaparecerá en la Tierra/ sólo ellos/ solamente ellos/ los insectos/ sobrevivirán al desastre/ sólo ellos/ solamente ellos/ renacerán y reinarán nuevamente/ en el tiempo que viene/ en el tiempo que pasa/ y en el tiempo/ que no acabará nunca./ Y vendrán seres interplanetarios/ seres de otros mundos/ y se encontrarán con ellos/ se comunicarán con ellos / y se imaginarán/ entonces/ que ellos/ los insectos/ eran los seres humanos».