¿Descuido?


Los medidores de Empagua tienen deterioro a lo largo y ancho citadino. Vecinos y lectores les dan maltrato en forma compartida. En deterioro está la mayorí­a, en perjuicio de su funcionamiento correcto. Son trampas de peatones y ponen entredicho el ornato ante el visitante en general.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

El irrespeto a la propiedad privada da cuenta de los dichos artefactos. Travesuras de niños, no; adolescentes y también mayores de edad, sí­. ¿Cuándo será ese cuándo que cambien su actuar antisocial que causa una visible destrucción? Lo vemos tan lejano quién sabe cuántos años luz.

El vandalismo ingrato se encarga del deterioro manifiesto de cuanto servicio público instalan por lo visto y sabido. Ello demuestra ser impulsivos y compulsivos mucha gente pobladora de la capital. También cierta dosis de resentimiento contra todo lo habido y por haber.

Cosas aberrantes, enemigos acérrimos del entorno urbano que les sirve de albergue a todos los vecinos dados a molestar como quiera que sea. Imposible sean estos casos ensanchados más y más, algo intrascendente, mismos que ameritan la atención inmediata y ponerles un ¡hasta aquí­!

A la vista está dicha problemática. Cajas principales quebradas o rajadas, igual las contracajas. Abunda basura diversa, bichos en general y lodo o toneladas de tierra, según la época. Eso cubre los medidores, peor aún, afecta la correcta lectura del consumo domiciliar.

Su mantenimiento significa desembolsos fuertes a casatenientes, como imprevistos hoy en dí­a que el costo de vida se elevó hasta las nubes. Aumenta, además, el efecto crí­tico de la economí­a que golpea duro las espaldas de tanto connacional que ya no puede dormir tranquilo ni una sola noche.

Al final de cuentas, vale rectificar la apreciación inicial. De verdad no hay ya descuido, sino que los depredadores de siempre hacen la vida imposible al vecindario. En todos los ámbitos capitalinos sin excepción tienen presencia como signos bien marcados de amolar a medio mundo.