Cómo enseñar al niño a ser ordenado y organizado (IV)


Raymond J. Wennier

a. Use una caja llena de clavos de diferentes tamaños. Haga que los ordene del más largo al más corto.

b. Consiga una caja de canicas (cincos) de diferentes tamaños y tipos (transparentes y opacas por ejemplo). Pí­dales que las clasifique, primero en dos categorí­as (grandes y pequeñas) y luego en otras dos (transparentes y opacas).

c. Cada vez que la ropa limpia esté lista para ser guardada, pida su colaboración. Que le ayude a separar la ropa de cada miembro de la familia, agrupándola por tipo de prenda (pantalones, camisas, ropa interior). Esto le ayudará en el desarrollo de estrategias de clasificación y su aplicación como un comportamiento ordenado. Trate de aprovechar las múltiples oportunidades que el ambiente familiar ofrece para ejercitar las habilidades de clasificación, categorización y ordenamiento. Por ejemplo el costurero, los cubiertos, los vasos, los sartenes, las monedas, etc. Actúe usted como un modelo de quien el niño pueda aprender. Haga usted un ejercicio de clasificación, describiendo en voz alta su razonamiento para que el niño escuche los pasos y operaciones que se requieren para incluir los distintos objetos en sus respectivas categorí­as. Trate de derivar reglas generales que le sirvan de guí­a al niño. Por ejemplo, «Empecemos buscando el más grande… ahora comparemos con los otros que parecen también los más grandes y veamos cuál es en realidad el mayor…» Tal vez el éxito no se alcance inmediatamente pero con práctica y constancia, estas habilidades que son clave para identificar cosas e ideas que van juntas, eventualmente se aprenderán.

Antes de iniciar una clasificación conviene permitir a los niños observar los elementos y dejar que los manipulen para que se familiaricen con ellos. De esa manera el concepto de cada elemento pasa a formar parte de ellos mismos y de su gama de experiencias. Hagan que los niños hablen acerca de esos elementos, ¿Qué ven?, ¿Qué sienten?, ¿Qué puede hacer con ellos?, que lo dibujen para asegurar que se utilicen todos los sentidos.

d. Cuando vaya al supermercado ayude al niño a observar la manera cómo los artí­culos están ordenados por categorí­as y tamaños. Pí­dale que compare, por ejemplo, los precios de las diferentes cajas de cereales. Hágale percatarse de la importancia de que los artí­culos estén organizados por tipo de producto y cómo se relacionan entre sí­. Por ejemplo, en la sección de artí­culos de limpieza personal encontrará cepillos de dientes, crema dental, jabones, etc. Señálele qué partes del supermercado están mejor ordenadas que otras y cómo el desorden puede ocasionar dificultades que el orden puede evitar. Al retornar a casa pí­dale que le ayude a ordenar las compras en la despensa de modo que pueda poner en práctica los conceptos de orden y organización. Es importante que el niño hable y describa lo que está haciendo.

e. Cuando planifique un viaje, platique con el niño acerca de los temas siguientes: ¿A dónde iremos? Costa, montaña, lago, etc. ¿Cómo está el clima en ese lugar en esta época del año? Caliente, frí­o, húmedo, seco, lluvioso, etc. ¿Por cuánto tiempo iremos? Dí­as, semanas, meses, etc. ¿Qué necesitaremos llevar para estar cómodos? Ropa, artí­culos de higiene, comida, tienda de campaña, etc. Luego de discutir lo anterior, haga con el niño una lista de las cosas necesarias, déjelo organizar su maleta de acuerdo con su propia lista y ayúdelo sólo con aquello que sea indispensable.

f. Planifique con el niño proyectos sencillos y atractivos para él. Pregúntele qué le interesa. Ayúdelo a organizar los materiales necesarios y a utilizarlos en forma ordenada. Hagan una lista y tomen nota de aquellos que ya tienen en casa de modo que puedan establecer cuáles necesitan comprar. En caso de proyectos largos, enséñele a organizar su tiempo para realizar en forma ordenada las diversas etapas del proyecto.