La última honrosa excepción. Es sabido que las honrosas excepciones siempre han sido excepcionales, muy raras, precisamente por su decoro, decencia, dignidad y honradez. Pero sucede que de un tiempo a esta parte ya no puede hablarse de escasez de honrosas excepciones sino, más bien, de su irreversible extinción, o sea que son (o fueron) una especie cuyos extraños especimenes se terminaron de forma total, habiéndose mermado poco a poco, sin saberse exactamente quién sería el último ejemplar ni la fecha precisa de su desaparición física, según se estila decir. Y al parecer no han dejado semilla alguna. Por supuesto, no debe descartarse la posibilidad de que como las honrosas excepciones suelen apartarse de la generalidad y de lo común, por su propia naturaleza excepcional, más de algún individuo -o dos o tres- esté por ahí y allí, alejado del mundanal ruido, tímido y escurridizo, sin que nadie lo advierta, en pacífico mimetismo con lo que le rodea, en resignada calidad de un don nadie.
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Chucho apaleado necesítase. Partido político con gran experiencia, solvencia moral, ética y económica, por este medio, ofrece candidatura presidencial, o vicepresidencial, en su defecto, a chucho apaleado que pueda demostrar la cantidad y sobre todo la calidad de buenas apaleadas que ha recibido en esta vida ingrata, para lo cual se le someterá a riguroso examen por veterinario calificado, o sea que encuentre en el can aporreado algunas costillas, vértebras, fémures, etcétera, rotos, fracturados o en proceso de curación, así como cicatrices visibles en su pelaje, tal vez un ojo amoratado o ya sin ojo alguno, alguna oreja sólo a la mitad, de preferencia ya carente de colmillos, que viva con la cola entre las patas y las orejas gachas, pero por sobre todo que ladre echado y se conforme con las sobras que caen de la mesa. (Mayor información en la página gí¼ev Chuchoapaleado presidenciable punto com).
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Enriquecer el debate. Uno de mis propósitos más secretos y acariciados a lo largo de muchos años ha sido enriquecer el debate, en el entendido de que no consista precisamente el aporte de recursos monetarios y ni siquiera en especie, ya que nunca he sido un tipo acomodado, ni por asomo; más bien, tratar de dotar al debate de algunos cambios positivos y preferidos y así aumentar sus posibilidades en el libre intercambio de ideas o de argumentos, o sea todas las propiedades y cualidades que le son o le deberían ser inherentes dentro de un marco civilizado y cortés. Sólo con el paso del tiempo caí en la cuenta de que enriquecerlo nunca ha significado, menos mal, el girar un cheque en blanco, pues tal actuación plutologárquica más bien prostituye el debate y termina hundiéndolo en la indigencia más vacía e inapelable.
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Tics. 1. Hace mucho tiempo que tenemos relaciones diplomáticas con el infierno. Era un secreto de Estado. 2. En el guatemalteco el silencio es una de sus más violentas pasiones. 3. Siempre he sido propenso a creer únicamente en mis sospechas.
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La caja. En diversas oportunidades, desde este estrado, me he permitido hacer la observación de que uno de los bienes históricos que mayor celo y cuidado debe prestársele, tanto por las autoridades como por el propio pueblo honrado y trabajador, es la famosa Caja de Pandora, sobre todo en el sentido de que debería permanecer cerrada por los siglos de los siglos y nadie, por ningún motivo, atreverse a acercársele, ya no digamos intentar abrirla. Si a cualquier pez gordo del gobierno de turno se le asignan seis u ocho guardaespaldas armados, ¿por qué no dotar a la Caja de Pandora, vulnerable como es, de tres o cuatro custodios debidamente entrenados, o sea previo un curso intensivo acerca de los males seculares que tal caja encierra? Pero no, la Caja de Pandora parece andar de mano en mano, todo el que le da la gana la abre en el momento menos pensado, al estilo de Epimeteo, y de ahí cuesta mucho que los males se apacigí¼en o vuelvan por su propia cuenta a la dichosa caja, que a estas alturas ya está toda rota y sucia, la pobre, a despecho de Pandora.
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Reguero de azufre. De última hora, un misterioso reguero de azufre internacional, vía aérea, ha sido avistado por estos días entre Brasil y México, pasando por Uruguay, Colombia y Guatemala, y con él el fétido hedor que lo caracteriza. Más información sobre dicho reguero de azufre en próximas entregas.