¡Mamá, mamá, viene Bush! (II)


Quienes son o hemos sido responsables de la polí­tica internacional sabemos que la parada que el Presidente George W. Bush hará en Guatemala, de paso en su camino de regreso de Suramérica, donde sí­ abordó agendas especí­ficas, es el producto del análisis de los asesores de Bush que estiman puede parar sin mayores complicaciones, sin adquirir ningún compromiso, pidiendo pero no dando. El concepto que se detiene por la riqueza cultural, por el folclor de nuestro paí­s, es una pantalla.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

El Congreso de la República, como representante de todos los guatemaltecos, debe tener una actitud firme y soberana, señalar que no puede existir una sana y ecuánime relación cuando una de las partes mira sólo sus intereses y no las necesidades del otro paí­s. Es una actitud unilateral que tarde o temprano deteriora la buena voluntad de uno de sus más cercanos vecinos geográficos.

El Congreso, al que seguramente va a ignorarse en la visita porque el Ejecutivo no le dará ningún espacio, debe ser públicamente categórico, cortésmente darle la bienvenida al Presidente Bush pero, enfáticamente, requerirle un trato de igualdad, el respeto a los derechos humanos y una polí­tica de oportunidades de trabajo temporal para ese millón y medio de guatemaltecos y para todos los latinoamericanos que por necesidad han buscado temporalmente una mejor oportunidad en ese paí­s.

Los partidos polí­ticos, sus candidatos deben manifestar categóricamente su respaldo al respeto a los derechos humanos de nuestros connacionales, demostrar su compromiso con el millón y medio de guatemaltecos y ante todo con sus familias residentes en Guatemala, que dependen del trabajo honrado de quienes enví­an las remesas familiares; repudiar y solicitar la investigación y condena de los criminales que de forma ilegal se organizan en grupos de «vigilantes» para perseguir y a veces asesinar a hombres y mujeres pací­ficos e inocentes en Estados Unidos.

La Premio Nobel, embajadora sin sede del actual gobierno, debe utilizar los recursos del pueblo que le otorga el Ejecutivo y demostrar públicamente su solidaridad, su vocación por la paz, el apoyo a las mujeres y hombres que trabajan en el paí­s del Presidente Bush, requerir que en el mismo exista una polí­tica migratoria respetuosa y adecuada. Debe recordar que la paz «es barriguita llena y corazón contento».

La Conferencia Episcopal con toda su autoridad moral, los lí­deres de otras denominaciones religiosas, el dí­a domingo 11 de marzo deberí­an de expresar ante su feligresí­a y dejar constancia al Presidente visitante que no pueden consentir y tolerar la falta de respeto a los derechos humanos, la inexistencia de una polí­tica migratoria ecuánime y de un programa de trabajo temporal justo que permita, de forma ordenada y honrada a quienes han tenido que inmigrar, ser tratados como hijos de Dios. «QUE NADIE SE QUEDE ATRíS, TODOS JUNTOS MARCHEMOS ADELANTE».

Continuará./