El viaje de Bush


El 8 de marzo iniciará la visita de George W. Bush a Latinoamérica. Su llegada es una tardí­a tentativa de replantear las relaciones de su gobierno con paí­ses que han permanecido entre los últimos renglones de la agenda de su administración. A estas alturas, Bush debe percibir que Latinoamérica se ha escurrido de las manos. Su arribo a cinco naciones latinoamericanas, probablemente lo impulsa la visión de ampliar la brecha entre la «mala izquierda» y la «buena izquierda». Entre las repúblicas que conforman la segunda se encuentran Brasil y Uruguay.

Marco Vinicio Mejí­a

El que haya incluido en su periplo a Colombia, Guatemala y México, revela que los considera como «dóciles» y puntales de las fracasadas polí­ticas neoliberales. Hasta ahora los voltea a ver, por la utilidad que representan para hacer un frente común que se extienda a Brasil, Argentina y Uruguay. Una amplia alianza de este tipo, permitirí­a enfrentar en mejor forma la proliferación de regí­menes de clara orientación izquierdista. El recorrido de Bush por Latinoamérica pretende alcanzar acuerdos separados con algunos gobiernos que podrí­an aceptar la colaboración de Chávez, Morales y Correa.

Si el viaje alcanza estos objetivos, Washington podrá endurecer su postura ante Caracas, si bien esto debe verse en el contexto de la obsesión de Estados Unidos con la guerra que está perdiendo en Irak. Debe tomarse en cuenta que Guatemala resulta un peón estratégico, por el respaldo que recibió para impedir la presencia de Venezuela en el Consejo de Seguridad. A la par de la vergonzante ofensiva diplomática en la sede de Naciones Unidas, a la que se prestó el régimen de Berger, no habrí­a motivo para dudar que se impulsan actividades encubiertas contra Chávez, para desestabilizarlo de manera parecida al desgaste que sufrió Salvador Allende, a principios de los 70’s.

Estados Unidos ha demostrado su proverbial vocación conspirativa y ésta podrí­a manifestarse ahora por medio del sistema financiero, en el que se incluyen los sectores financieros privados, para trastornar las finanzas venezolanas. En esta estrategia cumplirá un papel primordial Negroponte, un profundo conocedor del ámbito de la inteligencia, y la manipulación financiera, económica y polí­tica.

En relación con el gobierno boliviano, el principal motivo de tensión con Estados Unidos no son únicamente sus ví­nculos con Chávez, sino su participación en la lucha contra el narcotráfico. Evo Morales ha impuesto sus propios términos para participar en el plan, y aumentó la cuota de coca que puede ser cultivada legalmente. Washington renovó, recientemente, el respaldo financiero del programa, pero de manera provisional, por seis meses; luego, habrá una revisión.

La negativa de Morales de hacer alguna concesión al plan estadounidense, podrí­a provocar que se suspenda una nueva ayuda al programa. Esto repercutirí­a en otras formas de ayuda bilateral estadounidense, así­ como presiones hacia las agencias multilaterales. Es de esperar una actitud más agresiva de Estados Unidos hacia Bolivia y si hasta ahora, los embajadores norteamericanos no han presionado a Morales, lo más seguro es que esa actitud cambiará con Negroponte como secretario de Estado Adjunto.