Cuando con la Lila mi mujer vivimos durante cuatro años en los Estados Unidos, hicimos amigos entrañables que han durado hasta la muerte de muchos de ellos y hay otros que, afortunadamente aún perduran. Amigos de quienes recibimos favores como para no olvidar. Naturalmente que, como de todo hay en la viña del Señor, hemos también conocido de los otros, de los que, con su actuación, descalifican al pueblo gringo. A Dios gracias, han sido la minoría.
Es por ello que, para la Lila y éste su marido matasanos, el pueblo gringo, es un gran pueblo, y nuestros tres hijos, por haber nacido en New York son, indudablemente parte de ese bueno pueblo gringo. Nuestros cariñosos recuerdos van hoy para los Merryl, Gibson, Finley, Klenert, Jackson, Lembeck, Wilson, Kuyack, Gais, Decker, Guttmacker, Ridgeway y todos aquellos otros, que contribuyeron a hacer de nuestra vida en New York, Nashville, y California una muy formativa, reconfortante y feliz experiencia que ahora, pasados los años, reafirmamos con alegría durante nuestras anuales visitas a Marco Island.
Este muy humano recordatorio es el lado bueno, y a Dios gracias, el que pesa más a la hora de compararlo con el lado malo, como ahora, cuando critico las acciones del actual gobierno gringo que ha llenado y sigue llenando de fuego y cenizas a los pueblos del cercano oriente. ¿Con cuánto está contribuyendo el gobierno gringo, el antiKyoto, para el recalentamiento de la Tierra?
Ante ese amenazante futuro, me pregunto ¿cómo estaría ahora el mundo si en lugar de invertir billones y billones de dólares en esas guerras, Mr. Bush los hubiera empleado en pro del rescate de la juventud consumidora de drogas, y en pro del mantenimiento de los bosques y el agua de la Tierra?
D. George Bush se hizo invitar a Guatemala y dentro de muy pocos días será recibido con los honores que se merece un Presidente de un gran pueblo, que, en su gran mayoría es un pueblo bueno. Sin embargo, pueda ser que haya manifestaciones públicas de rechazo a su presencia.
Sentimientos encontrados, son los que alberga ahora el pueblo guatemalteco que por una parte, quiere demostrar su antipatía al incendiario Mr. Bush, constructor de ese muro antiinmigrantes que hará mermar el monto de las remesas. Por otra parte, nuestro pueblo no quiere lastimar a aquel pueblo gringo, del bueno, que proporciona trabajo a millares de espaldamojados y que ofrece oportunidades de estudio a muchos que por ello, hemos sido beneficiados.
Si acaso Mr. Bush no cancela su viaje y se nos presenta el 10, dice la Lila mi mujer que habrá que recibirlo haciéndole alfombras. Que los campesinos de San Marcos, comandados por Monseñor Ramazzini se encarguen de adornar y regar las calles con flores de amapola y hojas de coca, para que, al aspirar su aroma, vengan a la mente del Presidente emotivos recuerdos de sus años mozos. Talvez así, dice la Lila, en iluminada onda, se dé cuenta, que en lugar de ir a incendiar Irak y recalentar la Tierra deberá luchar en contra del consumo de droga en la juventud de su país, que es el mayor consumidor en el mundo.
Cuando d. í“scar Berger lo lleve, según el protocolo, a visitar la cárcel El Boquerón, y las pisadas presidenciales expriman las flores y las hojas de las alfombras, ese aroma les haga recordar a los campesinos de San Marcos a quienes, de manera injusta, se les destruyó los sembradillos de amapola, flores y fruto de su trabajo y fuente de centavos para su familia.
A propósito, d. í“scar, cuando en camino al Boquerón, no se vayan a confundir. No vaya a ser que se lo lleven al Barrio San Antonio, zona 6, para ver el hundimiento y ese hoyo bocón, boca ancha, el otro Boquerón, que está esperándolos y de repente, se los traga.