No cabe la expresión que a Emetra la encontramos hasta en la sopa, por cuanto su Policía Municipal de Tránsito (PMT) dista de ejercer el debido control en sitios donde se le necesita. De consiguiente, hace falta el ojo sin pérdida de tiempo allí, talvez con los cepos en la mano.
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Soy de opinión que su colocación prepotente, abusiva, carente de razonamientos y justificación alguna de los afectados, la censuro en toda la línea. Por lo tanto estos renglones, claro que no significan la promoción de los mismos, máxime ahora que el Transmetro les quita el sueño.
En concreto, aunque en volandas hago referencia a sitios precisamente del llamado Centro Histórico capitalino, de suyo en proceso manifiesto de deterioro. Sin que sean tampoco muestra selectiva, tomo ejemplos como la esquina de la 9ª. avenida y 9ª. calle, zona 1; 10a. avenida y 8ª. calle.
Unidades de varias rutas hacen estacionamiento durante varios minutos, una otras otra, en forma ilícita y antisocial; el respeto les importa un comino, de hecho detienen el tránsito y conforman un atasco enorme. Jamás de los jamases vemos agentes de dicha policía, ¿por qué será?
Lo mismo accionan frente al Instituto Central para Varones, acrecentando el bullicio, contaminación y relajo en pleno Centro Histórico, como en el crucero peligroso vecino al templo de Santa Rosa. Uno se queda perplejo que brillen por su ausencia los «gorgoritadores» en aquellos sitios.
La lista es numerosa, con sus variantes evidentes, sin embargo, con un denominador común, ser causal del entorpecimiento del tránsito, siempre un verdadero nudo gordiano. Repito, amerita y urge que los «verdes» hagan presencia y pongan en cintura a tantos contraventores de la ley.
Quién no va a entender que la ciudad capital muestra un crecimiento desordenado y desaforado, en gran medida originado por el propio habitante que da la impresión estuviera en el centro de una selva. El comportamiento generalizado deja mucho pendiente de recuperación. ¡Manos a la obra!