Están por cumplirse 63 años del derrocamiento definitivo de la dictadura de los 14 años que lideró Jorge Ubico Castañeda. El Estado represivo. El Estado bajo el control policial que él instauró hace más de seis décadas, se revela como una estructura que se niega a morir. Hoy dice presente y esta semana, para desgracia de los cuatro hermanos salvadoreños y desdichada resignación guatemalteca, entronizó su manto de sangre. Ubico vive. ¡Qué viva Ubico!
Hace casi cuatro años el actual gobierno empezó a dar unos tímidos pero certeros pasos. La creación del tercer viceministerio encargado del intento por recuperar la credibilidad perdida de la desprestigiada Policía Nacional Civil fue una acción inteligente. A mi juicio incompleta pero acertada. El Viceministerio de Apoyo Comunitario encargado de tal misión también ha efectuado importantes avances en esa difícil materia. Pero ahora se revelan truncados.
La captura de los cuatro policías efectuada en las últimas horas descubre, en adición, cuán permeables son las instituciones de este nuestro Estado que cada vez se expresa a sí mismo como un Estado fallido. Las autoridades han hecho bien al afirmar que con estas capturas han abierto una «Caja de Pandora». Quedan muchos cabos sueltos. Según ha trascendido los ahora capturados hasta habían recibido medallas y reconocimientos por una meritoria trayectoria dentro de la institución policíaca. ¿Qué pasó? ¿Qué está pasando? ¿A dónde vamos con tal erosión de dignificación en un trabajo tan complicado como el de ser policía?
La impotencia del sistema de justicia nos ha hecho acostumbrarnos a las ejecuciones sumariales conocidas como «limpieza social». Es un secreto a voces. El antepasado de tales prácticas «institucionales» se remonta a la dictadura de Estrada Cabrera. Fue «perfeccionado» dicho sistema de eliminación de «delincuentes» en el Estado policíaco que implementó Ubico. La represión y el terror implementado en aquella época se han vuelto a hacer presentes toda vez que aquí la impunidad se ha vuelto más eterna que la otrora primavera que alguna vez sirvió de adjetivo para caracterizar a nuestra sufrida Guatemala.
El poder económico, cuya hegemonía se ha basado en la opresión y contracción salarial que a su vez ha impedido una calificación acentuada de la mano de obra, está ahora cosechando los frutos de su obstinado y secular proceder. La generación de injusticias e inequidades han sido, entre otros, los elementos que han allanado el camino para que ahora el denominado crimen organizado soborne y prostituya prácticamente a cualquiera.
El conservadurismo predominante hasta ahora en lo económico en sus relaciones de producción; en lo político con sus fachadas de democracia y caricatura de partidos políticos está en crisis. Es hora de un giro. Un viraje de 180 grados. No hacerlo nos condenará a seguir padeciendo de lo mismo, o sea: ¡Qué viva Ubico!