Importancia de la oratoria forense y -II-


«Se es abogado porque se habla»

(Fernand Corcos).

?Dedicado a los profesionales del Derecho

guatemaltecos?

Rolando Alfaro

La reforma procesal que avanza muy lentamente en nuestro paí­s, debe ser amplia, a efecto de incluir en sus respectivos procedimientos el juicio oral; de lo contrario, por más que se diga, no podrán cumplirse los principios procesales de oralidad, economí­a, inmediación que tanto se nos ha recomendado en nuestra formación académica.

En ese sentido, también, hemos librado una seria lucha en el foro guatemalteco, especialmente porque pudimos observar la casi nula aceptación de las ramas y corrientes modernas del Derecho, entre éstas la del Derecho Ambiental, surgida de los prolegómenos de Estocolmo (1972) y luego todas aquellas disciplinas í­ntimamente relacionadas con la globalización.

Sin embargo, viendo conforme a nuestra experiencia en los tribunales de la República, la profunda necesidad de la oratoria optamos, asimismo, su investigación y estudio (favor leer mis obras de Oratoria Forense); como una muestra y llamada de atención a los colegas para su actualización y respaldo.

El primer paso, en consecuencia, fue acudir a las unidades académicas de Ciencias Jurí­dicas y Sociales, para la difusión pertinente de la oralidad, los resultados fueron parciales ya que en contadas ocasiones se establecieron los cursos de Oratoria Forense en las Universidades Mariano Gálvez y Rafael Landí­var. Tengo entendido que la Universidad de San Carlos hasta el año recién pasado estableció los fines de semana, cursos de Oratoria Forense. Esta situación se asemeja enormemente al ví­a crucis que viene padeciendo el curso en pre grado de Derecho Ambiental.

Muy bien nos indica Fernand Corcos en su texto: Arte de hablar en público; y con considerable ventaja desde los años veinte, que poco tiempo es concedido, sin embargo, en las universidades al arte de hablar en público. Y si el estudiante que empieza los estudios jurí­dicos no sabe hablar, no sabrá más al final. La conjetura popular: seguro, habla bien porque es abogado, es cierta de una manera elí­ptica. Fulano es abogado, es decir, ejerce la profesión de abogado; pero cabrí­a más bien volver la proposición y decir: se es abogado porque se habla.

Los profesionales del Derecho, por tanto, debemos ser más solidarios y aceptar la actualización y modernización de nuestra Ciencia, de lo contrario estaremos contraviniendo el postulado de Eduardo J. Coutí¼re quien nos dejara recomendado: «Estudia: el Derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada dí­a un poco menos abogado».

Finalmente, si queremos opinar sobre la Administración de Justicia, debemos primero velar porque los futuros profesionales de las Ciencias Jurí­dicas estén actualizados y adaptados a las nuevas corrientes del Derecho. Además, que las universidades con las respectivas unidades de Derecho incluyan en sus programas de estudios a las nuevas ramas del Derecho, como la del Ambiente tan estrechamente vinculadas a la globalización y se preparen en el discurso forense tan útil para el Juicio Oral.