«Verde que te quiero verde» (I)


Reconozco que durante mis 68 años y medio de existencia no he sido una persona activa en el tema de la ecologí­a mundial y nacional. Mea culpa, mea máxima culpa.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Este testimonio que he expresado no es para excusarme, por el contrario, es para que sirva ?en algún grado? de ejemplo para todas las personas que de forma directa o indirecta lean mis opiniones.

El cambio climático es un hecho que no puede negarse y más importante aún ignorarse. La reciente reunión a nivel mundial, realizada por grandes expertos en Parí­s, confirma que el comportamiento de los seres humanos ha dañado el medio ambiente y que ese daño tomará cinco veces más tiempo para revertirlo. Quinientos años.

Los paí­ses grandes, medianos o pequeños y sus gobiernos no pueden continuar esperando o evitando tomar las acciones legales que obliguen a la reducción de gases, la eliminación del uso de quí­micos y contaminantes que están destruyendo el mundo.

Mi inquietud sobre el tema ambiental se incrementó durante mi gestión como Vicepresidente. Por ello, aprovechando mi presencia en Japón como invitado para inaugurar la exposición de la cultura Maya, conjuntamente con la princesa imperial de ese paí­s, me desplacé a Kyoto, donde se llevaba a cabo un importante evento sobre la ecologí­a mundial y puse mi pequeño grano de arena para apoyar dicho evento.

La Vicepresidencia, dentro de sus múltiples responsabilidades tiene la supervisión de la autoridad del Lago de Atitlán, a cargo estaba un profesional graduado en aspectos ecológicos en universidades del exterior, a quien por razones polí­tico-partidarias se me solicitó varias veces sustituir por una persona no preparada en el tema pero polí­ticamente bien conectada; hecho que nunca acepté para así­ apoyar el combate a la contaminación.

Sin hacer enormes despliegues propagandí­sticos, apoyamos permanentemente las acciones encaminadas al rescate y limpieza del lago de Amatitlán, rescate que cada dí­a es más difí­cil debido a que varias municipalidades del departamento de Guatemala continúan y permanentemente vierten grandes cantidades de desechos en la cuenca del rí­o Michatoya y no le dan mantenimiento a las diferentes plantas de tratamiento que ha construido el gobierno central y las mismas comunas, por lo que el lago, minuto a minuto se sigue azolvando y contaminando.

Construir e inaugurar una planta de tratamiento de aguas negras tiene dividendos polí­ticos, publicitarios y a veces económicos, pero mantenerla en operación no da esos beneficios.

En un gobierno anterior al nuestro se construyó, con una fuerte inversión, una planta de tratamiento de aguas negras en Panajachel, pero se hizo aguas arriba por lo que para poder tratar las aguas habí­a que bombear todos los desechos de los hoteles, chalets y viviendas alrededor del lago que estaban aguas abajo sin que estos inversionistas y personas de buenos recursos aceptaran pagarle a la municipalidad el costo de la energí­a eléctrica. Resultado, la «linda» planta de tratamiento ha permanecido de adorno.

Continuará.