Sin licitar


Tras un suceso viene otro, de trascendencia por supuesto, y el escenario resulta la capital guatemalteca, para variar; empero su proyección abarca todo el paí­s. La crisis financiera hasta suicidios ha generado, empero en el ojo del huracán se encuentra ahora el caso de no licitar.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

Este mecanismo tiende a esforzarse por ejecutar fondos públicos, distantes de cumplir con el requisito legal de someterse al sistema de Guatecompras. Y vaya si no implica una auténtica danza de millones puesta en manos del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) y restantes instituciones ajenas al Estado.

El argumento que esgrimen para tal fin es deleznable, y para ello recurren al archisobado dicho que desde que se inventaron las excusas, nadie queda mal. Nada que ver eso que así­ gana espacios la transparencia, además de la supresión de trámites engorrosos y la empleomaní­a gubernamental.

Bajo dicho procedimiento, al que damos el beneficio de la duda, por qué no la Contralorí­a General de Cuentas de la Nación puede «contarles las costillas», sólo por que se trata de organismos internacionales. Y entonces ¿la soberaní­a nacional vale un comino? según sus entendederas.

Reitero, son millones de millones que escapan al respectivo control, aparte del hecho desagradable y repudiable de embolsarse magní­ficas comisiones por manejar esas obras materiales. De esa suerte, por ejemplo es sabido que en sólo quince dí­as el Gobierno gastó millonada de dinero.

Qué contradicción, misma que causa manifiesto descontento y rabietas, puesto que nada menos, a semejanza del dinero convertido en humo de los bancos quebrados, los impuestos que pagamos concluyen haciéndolos piñatas. Deseable que se encuentre una salida a esta laguna, esperamos todos.

Una vez más queda evidenciado cómo en nuestro ambiente cimarrón, paraí­so de tantas movidas chuecas, detrás de un suceso oscuro sigue otro igual o peor. De dónde vamos a confiar cambien algún dí­a las cosas y casos con tan repudiable membrete que se convierte en mala fama y desconfianza.