Desde hace algunas semanas he estado recibiendo algunos correos electrónicos solicitándome escribir nuevamente sobre el tema migratorio, razón por la cual, he dispuesto con todo gusto, escribir una serie de tres artículos que permita comprender de mejor manera este fenómeno social y económico que constituye la emigración.
Guatemala ha expulsado población principalmente durante cuatro ciclos importantes, la primera corriente emigrante y la de menor densidad, se da entre 1890 y 1920, época en la cual la bonanza en los precios del café permite a muchos de los caficultores de nuestro país educar a sus hijos fuera de nuestras fronteras. La segunda etapa se sitúa desde la década de los años 20 hasta los 60, cuando empleados guatemaltecos pertenecientes a los cuadros medios y altos de la United Fruit Company, empresa agrícola norteamericana establecida en Guatemala, gozan del acceso a la alta tecnología médica de aquella época, tratando sus padecimientos en hospitales de prestigio como el Tulane Hospital y la Oshner Clínic de Nueva Orleans. En los años que laboré como funcionario consular en esa ciudad, tuve la oportunidad de conocer a muchos guatemaltecos que si no eran emigrantes directos, eran descendientes de esos flujos humanos que se dieron principalmente entre los 40 y 50. La tercera etapa, que es una de las razones más conocidas de la emigración guatemalteca, se dio a causa del conflicto armado interno que convulsionó a nuestro país, este éxodo se dio principalmente desde los 70 hasta los 90. La magnitud de este desplazamiento se distingue cuando las estadísticas de la OIM señalan a la guerra interna como la razón por la que emigró más del 60 % de los guatemaltecos que actualmente viven en California. Y la última fase se da por razones estrictamente económicas, y supera en número a cualquier otra razón, esta es la etapa que se inicia en los 90 y que seguimos viviendo hasta la fecha. Actualmente se calcula que más de un millón y medio de guatemaltecos viven en Estados Unidos, de los cuales aproximadamente el 65% se hallan en condición de indocumentados. Esta situación, que es la de carecer de la documentación reglamentaria para vivir legalmente en ese gran país del norte, es lo que tiene a nuestra población emigrada sufriendo un verdadero limbo, ya que en los próximos meses el Senado y la Cámara de Representantes tendrán que consensuar sus dos proyectos de ley para que de esta manera nazca la nueva ley de migración, la cual considero se traducirá en el freno categórico para esos grandes flujos humanos que se internan en territorio estadounidense. A mi juicio, considero que esta nueva ley no solamente afectará la vida de cientos de miles de guatemaltecos que actualmente viven en Estados Unidos, sino que al mismo tiempo empeorará el semblante social y económico de nuestro país. El «tsunami» que representa el cierre de esa válvula de escape, que es lo que constituye la emigración para Guatemala y otros países del istmo, y la consecuente caída de las remesas, ha sido hasta ahora un tema subestimado por políticos y gobernantes.