Hace aproximadamente unos 20 años tuve cuentas monetaria y de ahorro en el estatal banco Crédito Hipotecario Nacional. La dinámica de la cuenta y los errores cometidos ?generalmente por el banco- me hacían llegar con frecuencia y me atendía con mucha cordialidad el jefe de la agencia con la que yo trabajaba regularmente.
Recuerdo que cuando entraba a la agencia bancaria con la bolsa de chequeras usadas y las copias de depósitos en una mano y dos o tres libros de cheques en la otra, los empleados se miraban las caras con el conocimiento de que habría problemas y que los solventaríamos ese día, el siguiente o el próximo.
Cuando alguien lleva control cruzado de su movimiento de cheques, es muy difícil que se equivoque porque la corroboración no puede errar igual que la primera operación. Con la aplicación de los cajeros automáticos es un poco más difícil llevar las cuentas al centavo, a menos que sea usted una persona muy metódica. La dinámica ahora es mucho más ágil y… los bancos aprovechan la confianza del usuario.
Con el correr de los años, el jefe de la agencia bancaria en referencia me tomó mucha confianza. En esa época las computadoras estaban todavía del otro lado de la luna y el magnate de Microsoft aún no se había fumado el «Word». Las cuentas bancarias las llevaban los bancos en tarjetas llamadas IBM y los errores no era muy difícil encontrarlos.
Dentro de las conversaciones, en una ocasión el jefe de la agencia me contó algunas de las peripecias que hacían los miembros de la Junta Directiva del banco. Cometían abusos financieros de todo tipo, amparados en el hecho de ser miembros de la junta directiva. Exigían dar préstamos sin respaldo a sus parientes, amigos y lógicamente… a sus amantes.
Me dijo el jefe de agencia «Si usted mira la lista de quiénes conforman la Junta Directiva del Crédito Hipotecario Nacional, verá que ninguno de todos es banquero. Todos son fuertes terratenientes o comerciantes que usan al banco como su caja chica. Utilizan su posición dentro de la junta para recetarse porcentajes infinitesimales cuando hacen préstamos millonarios y no dan garantía alguna. En muchas ocasiones ni siquiera devuelven el dinero y la cosa se queda así nada más. Después miran como tapan el hoyo».
«Si la gente se diera cuenta de todo esto, casi le podría jurar que el banco quiebra, porque todos los ahorrantes que confían en la institución sacarían su dinero y esto se quedaría seco. ¡Viera usted cuántas personas mueren y el banco se queda con dinerales que generalmente no devuelven a los herederos de los depositantes de cuentas corrientes!».
Ahora aterroriza la quiebra de «financieras» en tiempos de Arzú, del Banco Inmobiliario, del Ejército, Banoro, Metropolitano y Promotor, Empresarial, Banco del Café, el robo de cuántos millones de dólares a través de triangulaciones al utilizar como instrumento la offshore en Barbados y, para ponerle la guinda al pastel, la estafa al hacer quebrar el Banco de Comercio. Todos estos bancos han sido manejados por personas de… buenas familias que no tienen necesidad de robar. ¿De qué se asusta ahora amigo chapín? ¡Usted incluso ha votado por ellos!