Familiares lloran a ví­ctimas del accidente ferroviario


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Los dolidos parientes colocaron flores hoy en el sitio del letal choque entre dos trenes bala que desató la ira del público por la percepción de que se dio prioridad al desarrollo sobre la seguridad.

Por NG HAN GUAN WENZHOU / Agencia AP

Bajo la llovizna, unas dos decenas familiares se reunieron en un lodoso lugar bajo el viaducto desde el que cuatro vagones cayeron después de que un tren bala chocó el 23 de julio contra otro que se habí­a detenido.

Los dolientes se arrodillaron mientras quemaban incienso cerca de un pilar del viaducto donde se escribió un poema dedicado a las ví­ctimas. Se negaron a hablar con los reporteros.

En el más reciente intento de apaciguar el enojo de la opinión pública, se redobló la compensación para cada ví­ctima de 500.000 yuan (78.000 dólares) a 915.000 yuan (142.000 dólares) bajo ordenes del Consejo Estatal, el gabinete de China. No quedó claro cuántas familias aceptaron.

Los familiares y comentaristas de los medios de comunicación se habí­an quejado que el monto original era bajo, sobre todo tomando en cuenta el dinero que recauda el Ministerio de Ferrocarriles por primas de seguros incluidas en los precios de los boletos.

El accidente ocurrió después que un tren chocó con otro que se detuvo luego de ser alcanzado por un rayo cerca de Wenzhou, una ciudad al este de China. Un funcionario de los ferrocarriles dijo el jueves que fallas en el diseño del equipo de señales y errores humanos causaron el accidente.

El número de muertos subió a 40 el viernes después que murió unas de las 190 personas heridas, reportó la televisora estatal CCTV.

Para muchos, el choque se ha convertido en un sí­mbolo de los problemas que han surgido tras el rápido desarrollo de China durante la últimas tres décadas, algunas veces logrado a expensas de la seguridad pública y el medio ambiente.

El despido de tres altos funcionarios del Buró de Ferrocarriles de Shanghai no logró disminuir las crí­ticas de que los esfuerzos de rescate fueron incompletos, después que las autoridades ordenaron que se despejaran rápidamente los carriles a fin de restaurar el servicio.

La ira pública se ha enfocado en el Ministerio de Ferrocarriles, que por mucho tiempo ha funcionado como un gobierno aparte, operando sus propios policí­as y tribunales y fomentando una cultura de privilegios y corrupción.