Se agudiza la crisis bancaria


La reciente clausura de las operaciones del Banco de Comercio ha sacado a luz datos reveladores que ponen en evidencia la fragilidad del sistema bancario, con un impacto muy negativo sobre la confianza en los bancos de Guatemala.

Félix Loarca Guzmán

Mientras el presidente í“scar Bergen calificó de «héroes» a los miembros de la Junta Monetaria y al Superintendente de Bancos por la forma como han enfrentado el descalabro tanto en Bancafé como en el Banco de Comercio, los usuarios del sistema bancario, tienen otra opinión y ponen en tela de duda la eficiencia de tales entidades.

Pero al mismo tiempo, como expresaron ayer algunos diputados, ahora está claro que la Superintendencia de Bancos no ha cumplido en forma satisfactoria con una de sus principales funciones como es la permanente y eficaz vigilancia en el proceso de captación de recursos económicos en los edificios de los bancos.

Las revelaciones más impresionantes de las últimas horas, son que en las oficinas del Banco de Comercio se recibí­an depósitos del público garantizados con «certificados de custodia de inversión de valores», pero tales transacciones no eran registradas en la contabilidad de la institución, pues el dinero salí­a con destino hacia la empresa Organizadora de Comercio, una offshore establecida en Panamá, no autorizada ni supervisada en el paí­s.

El público guatemalteco está con el pelo parado al enterarse que muchos ahorrantes siempre entregaban sus depósitos en las oficinas centrales del Banco de Comercio y que ahora no tienen ningún respaldo para su recuperación, pues el Superintendente de Bancos dijo ayer que el dinero invertido en los referidos tí­tulos no podrán ser devueltos.

También se ha descubierto como parte de las averiguaciones tardí­as de la Superintendencia de Bancos, que el Banco de Comercio otorgó un crédito por 98 millones de quetzales sin garantí­as reales a la firma offshore con sede en Panamá, lo cual se suma a los diversos préstamos dudosos que en los últimos meses del año pasado fueron otorgados a empresas vinculadas a los mismos accionistas de esa entidad bancaria.

Los depositantes están muy nerviosos e indignados ante todo por las declaraciones de ayer del Superintendente en el sentido que no podrán recuperar su dinero, tal como ocurrió también con los inversionistas de la offshore del Banco del Café que igualmente funcionaba sin autorización legal en el paí­s.

La pregunta que se hacen los guatemaltecos es ¿Qué es lo que vigila la Superintendencia de Bancos si en los casos de estos dos bancos, sus auditores no pudieron detectar a tiempo las actividades de entidades financieras que estaban operando ilegalmente en el paí­s como es el caso de las offshore?

Por otra parte, es absurdo que si ya en los últimos meses del año 2006 existí­an irregularidades financieras en el Banco de Comercio ¿Por qué la Superintendencia de Bancos no intervino en forma oportuna sino que lo hizo hasta que los propios accionistas del Banco solicitaron el cese de operaciones? Todas estas debilidades no han hecho más que contribuir a aumentar la incertidumbre entre los usuarios del sistema financiero, con la consiguiente pérdida de confianza en los bancos de Guatemala, en la Junta Monetaria y la Superintendencia de Bancos.