La autoridad debe evitar el maltrato a los niños


Causa indignación el hecho de que muchos niños guatemaltecos sean objeto de maltrato de parte de sus padres, de sus padrastros, de sus hermanos, de otros familiares, de algunos policí­as y de otras autoridades que están para velar por la integridad fí­sica y la dignidad de las personas en general.

Marco Tulio Trejo Paiz

Aun en los centros asistenciales (no en todos), se trata mal a los niños y niñas, lo cual ha trascendido a los dominios de Juan Pueblo.

El maltrato a los infantes no sólo es fí­sico sino a la vez de palabra, pues se les vapulea y se les insulta.

Es comprensible que los niños, por su propia naturaleza, por la poca cultura que han adquirido en los modestos ambientes en que ha transcurrido su vida, cometan travesuras y otros actos incorrectos, pero eso no debe ser motivo para que se les azote en los hogares, en los establecimientos que han sido creados para atenderlos y en la ví­a pública a donde han sido empujados, como si se tratase de hojarasca arrastrada por los ventarrones, a causa de la pobreza y acicateados por el hambre.

La Organización de las Naciones Unidas, a través de instituciones especiales, ha venido realizando una lucha sin tregua, admirable, en defensa de los derechos de la niñez de todo el mundo, pero muchas autoridades y a la vez no pocos individuos no se tientan el alma para perpetrar hechos reprobables, condenables, contra infortunadas criaturas.

Estamos en un paí­s en el que a diario se cometen verdaderos actos de brutalidad con derroche de impunidad. ¡Qué derechos humanos ni qué nada! Esos benditos derechos se han convertido, cual melcocha, en un estira y encoge, más que todo para favorecer a los pí­caros entregados a la comisión de asaltos, robos, ultrajes a mujeres ?incluidos niños y niñas?, apuñalando o asesinando a sus semejantes que osan oponerles resistencia o que, sencillamente, viven en condiciones de indefensión.

Menos mal, diremos, que en los tribunales algunos jueces y juezas están sentenciando drásticamente a los reos que se han como animalizado o deshumanizado. Lo que se está exigiendo a grandes voces entre la gente honrada es que vuelvan a ponerse en boga los espectáculos del paredón o que se siga empleando la «piadosa» inyección letal…